Ciencias Sociales

Escrito por: Cyntia Cerón Hernández
Docente de la Licenciatura en Comunicación
julio 24, 2018

En 1982, la Unesco estableció el 29 de abril como el Día Internacional de la Danza, fecha en la que se conmemora el valor artístico en sus diferentes manifestaciones y estilos. Hoy queremos hablar de la danza inclusiva, un arte que disuelve barreras.

¿Quiénes ven danza en México?

En comparación con el público de otras artes, el de la danza es el más reducido, según diversas investigaciones del arte en México, las cuales se refieren a las funciones de danza en espacios públicos especializados, donde se presentan la danza contemporánea, el ballet clásico o danzas tradicionales de diferentes culturas.

Por otro lado, su público también posee un nivel educativo más alto respecto del de las demás ofertas artísticas; tiene, además, la ventaja de poder pagar un boleto y trasladarse a teatros centralizados en la ciudad. Asimismo, ha construido una disposición estética y un gusto por este arte a partir de la educación formal o informal y ha incorporado habilidades para ser lectores o hacedores de danza.

Dichas características están delimitadas en la población que cuenta con los recursos estéticos, económicos y educativos para hacerlo. No es casualidad que gran parte del público de una función de danza en la ciudad se integre de gente cercana a quienes participaron en el montaje.

¿Quiénes pueden practicar la danza?

Cualquiera puede hacerlo, aunque no todo mundo lo hace. Mucha gente baila en fiestas y festivales escolares con un sentido lúdico, pero no hay una práctica constante y profunda que permita aprehender y disfrutar de los beneficios de la danza en cualquier etapa de la vida.

Lo anterior se debe, sobre todo, a dos razones; por un lado, el arte ha dejado de considerarse parte esencial de la formación integral de las personas, mientras que, por otro lado, los estereotipos acerca de sus practicantes alejan a cualquier persona interesada en la actividad. Asociar la danza a las bellas artes la vuelve elitista, pues parece exclusiva de mujeres, personas delgadas, jóvenes con talento innato y sin discapacidades físicas o mentales. Lamentablemente, con frecuencia tales prejuicios excluyen a las personas con características diferentes.

Democratizar el arte y la danza

Frente a esta realidad, existen opciones que intentan democratizar el arte y la danza. Entre ellas, tenemos la metodología Danceability, cofundada por Alito Alessi, director artístico de Danceability International. Su misión consiste en disolver barreras y conectar personas con y sin discapacidades mediante la danza inclusiva y el movimiento. Para alcanzarla, ofrece diversas actividades para adultos y niños, entrenamientos para maestros y material educativo para docentes de danza inclusiva.

La metodología permite que cualquier persona —sin importar su sexo, edad, complexión física o condición de discapacidad mental o física— pueda bailar. Se funda en la improvisación; no existe una técnica o estilo; a partir de las características de su propio cuerpo, cada persona explora y amplía sus sensaciones, sus tiempos al moverse, su relación con el espacio y con las otras personas que bailan y los diseños posibles a realizar con el propio cuerpo y el de los demás.

Danza inclusiva

Adultos mayores, niños, bailarines con experiencia, débiles visuales, personas con autismo, cáncer, parálisis cerebral, en sillas de ruedas, entre muchos otros, son un ejemplo para los lectores. En Danceability se trabaja a partir de la diversidad y la inclusión, sin importar quiénes o cómo son las personas, sino lo que hacen a partir de sus particularidades. En las coreografías, viven la experiencia de estar en un escenario para compartir y disfrutar su trabajo.

Alessi precisa que Danceability no es una terapia. Su objetivo principal es promover que las personas tengan acceso a bailar sin importar sus condiciones. Eso trae efectos positivos al relacionarse con los otros; al reconocer y respetar su diferencia; al descubrir, de manera individual, sus posibilidades de movimiento y creación. Además, los diferentes públicos reconocen las posibilidades de la danza y la riqueza de las diferencias.

En México, Danceability Internacional es dirigida por Lourdes Arroyo, quien, junto con maestras formadas y certificadas en la metodología, trabajan por que otros vean la discapacidad como potencial para descubrir nuevas habilidades. En el Faro de Oriente, ubicado en una zona donde la oferta artística en general es mínima, hay un taller permanente para personas con y sin discapacidad. También hay presencia de talleres de Danceability en otros estados de la República. En la Ciudad de México, los estudiantes de “Construyendo Puentes”, en la Universidad Intercontinental, durante un semestre recibieron clases de Danceability.

Aún hay mucho trabajo para hacer de la danza un arte más accesible, pero es fundamental difundir desde ahora las buenas prácticas.

Para saber más:

Danceability International, 2008. Disponible en http://www.danceability.com/

Danceability International México. Disponible en https://www.facebook.com/DanceAbility-Internacional-México-139928376031441/



* Las opiniones vertidas en las notas son responsabilidad de los autores y no reflejan una postura institucional

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