Autor UIC

Escrito por: Mtra. Giannina Sampieri Laguna
directora académica de RCI
enero 19, 2018

 

Una de las características que por décadas distinguieron a los Estados Unidos, fue el prestigio y credibilidad de su presidente. Si uno repasa los nombres y legados de los presidentes de este país, observa claramente que ésta es una cualidad casi implícita al ejercicio del poder político y su legitimidad en ese país. Franklin D. Roosevelt, Dwight Eisenhower, James Carter, Ronald Reagan, Bill Clinton, Barak Obama, entre otros, forman esa lista. Hubo otros caóticos como Nixon, un corrupto, o John F. Kennedy, un mujeriego, que deslustran la lista. Pero ninguno tan caótico, corrupto y vulgar como Donald Trump. Y es que el actual presidente de Estados Unidos tiene demasiados defectos para ejercer legítimamente el poder político con solvencia y credibilidad. Trump, sorprende por su mediocridad política, cortedad intelectual y su incultura, por su rotunda ignorancia, sus posturas nativistas, ultranacionalistas y racistas, su carencia de respeto por las instituciones de Estados Unidos y el resto del mundo, sus constantes conflictos de interés que poco se han abordado debido a que otras cosas los han opacado. Trump se maneja con una absurda arrogancia faltando al respeto a todos. Regaña y desautoriza públicamente a sus secretarios, asesores y personal de la Casa Blanca, les dice “países de mierda” a algunas naciones con las que mantiene relaciones diplomáticas, constantemente ataca con tuits a México. En un año, ha tenido tres diferentes Chief Staff, que es el puesto más importante dentro de la Casa Blanca, dos secretarios de Prensa, despidió a un director del FBI con la clara intención de interferir en una investigación criminal que sigue en curso y de la que ya existen acusados que se declararon culpables. En el plano internacional, ha mantenido una guerra verbal con el presidente de Corea del Norte, Kim Jong Un, quien en uno de los últimos intercambios se mofó del “botón nuclear más grande” de Trump; es decir, ha sido absurdamente imprudente. Vladimir Putin y él han tenido también un intercambio de tuits en los que Putin (más inteligente) con gran experiencia como presidente ha puesto en evidencia su torpeza. Al visitar Japón, pidió comer hamburguesas con el Primer Ministro, si bien un dislate comparativamente menor, pero que refleja su desprecio al resto del mundo. En uno de las ocurrencias más absurdas, decidió “reconocer” a Jerusalén como la capital de Israel, lo que implicará cambiar la embajada estadounidense desde Tel Aviv y pone en vilo el frágil proceso de paz. En el lapso de un año, ha firmado 96 leyes y órdenes ejecutivas, de las que sólo ha logrado la aprobación de una, la Ley Presupuesto, que aún dada su importancia no sólo para Estados Unidos, sino para el mundo, es la única victoria legislativa; es decir, la constante en su gobierno es la incapacidad para traducir en leyes y acciones sus promesas y programa de gobierno. Por si esto fuera poco, las constantes filtraciones al interior del círculo íntimo de la Casa Blanca han hecho que Trump reduzca mucho más el acceso a él, al grado de que secretarios y asesores casi no pueden verlo ni acordar directamente con él. Su hija y yerno hacen una función de enlace sui generis con el gabinete. También, ha trascendido que duerme solo y encerrado y no permite que nadie, ni siquiera miembros del Servicio Secreto (cuyo deber es cuidarlo) permanezcan cerca mientras duerme. En una actitud francamente racista y ultranacionalista, Trump decidió terminar el programa DACA, que permite a los llamados dreamers (migrantes que han hecho una vida productiva y han estudiado en Estados Unidos) permanecer en territorio estadounidense. Estados como Texas (muy republicano) han apoyado la medida y contribuido a hacer redadas para encontrar migrantes cuya situación migratoria es irregular o ilegal, para su deportación. La forma poco humana en el proceder del gobierno de Trump le ha granjeado el disgusto y antipatía de la mayoría de la sociedad estadounidense. Trump tiene el nivel de aprobación más bajo en la historia de los Estados Unidos, lo que mina su capacidad política para gobernar. A los ciudadanos de países como Siria, Sudan y Pakistán, los ha etiquetado como terroristas y ha firmado órdenes ejecutivas para impedir su ingreso al país. Cada una de esas órdenes ha sido invalidada por el Poder Judicial por ser acciones ilegales. Por si esto fuera poco, la conducta indolente que mostró hacia Puerto Rico, un protectorado de Estados Unidos, ha sorprendido a propios y extraños, al grado de que se duda de su capacidad mental para dirigir el país. Otra faceta de Trump es lo que él mismo ha dado en llamar las fake news para referirse a las notas de prensa que no lo son favorables. Trump ha protagonizado una incalificable batalla con la prensa, a la que denomina perversa y destructiva. La consecuencia trágica es que en Estados Unidos la prensa libre se siente cada vez más amenazada por el gobierno. La Asociación Internacional de Prensa ha colocado a Trump junto a dictadores como Vladimir Putin, Nicolás Maduro o Kim Jong Un, como uno de los presidentes más autoritarios del mundo por lo que se refiere al ejercicio de libertad de prensa.

Uno más de los tuits de Trump

En relación con México, Trump ha denostado a nuestro país llamando violadores y narcotraficantes a los mexicanos migrantes, ha dicho reiteradamente que México pagará la construcción de un muro en la frontera entre los dos países. El gobierno mexicano con prudencia adecuada ya ha dicho que eso nunca sucederá. El presidente Peña dijo hace unos meses que él no podía impedir que Estados Unidos lo construyera en ejercicio de su soberanía, pero que de ninguna forma pagaría nada. Asimismo, lo ha reiterado el canciller Videgaray. Por otro lado, ha dicho en reiteradas ocasiones (y tuiteado) que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) ha sido benéfico sólo para México y que eso le ha robado empleos a los trabajadores norteamericanos, que el déficit comercial de 60 o 70 mil millones de dólares extrae dinero de la economía norteamericana. No me detendré en el análisis de tales patrañas, baste decir que son eso, patrañas, ideas absurdas, simplificamos ramplonas con una visión neomercantilista del partido republicano que es contraria a los fundamentos del comercio internacional. El gobierno de Trump ha planteado una renegociación del NAFTA con condiciones que son inaceptables para México y Canadá. Con el uso excesivo del micrófono y Twitter, Trump ha calentado cada una de las rondas de negociación entre los tres países. Esta vez, dijo que si no hay muro no hay acuerdo, a unos días de dar inicio a otra ronda de negociaciones en Montreal, con la clara intención de socavar a la parte mexicana en la negociación. Trump olvida que los negociadores mexicanos son los más experimentados en temas de NAFTA y que México tiene un equipo de primera capaz de soportar sus torpes tuits. La negociación final no estará lista hasta mediados del año. El 1 de julio habrá elecciones presidenciales en México y ese mismo día concluye el plazo concedido por el Congreso de Estados Unidos para que Lighthizer tenga autoridad para negociar el acuerdo. Esto significa que, una vez negociado, éste podría ser aprobado a fines de 2018 en México y en 2019 en Estados Unidos, tras sus elecciones legislativas en noviembre. Lo cierto es que el calendario electoral hace que Trump tenga muy poco margen para “salirse” del NAFTA porque perdería la base apoyo republicano en el Congreso porque los estados manufactureros y agrícolas (Farm Belt) están cada vez más presionando a sus congresistas para que el NAFTA continúe vigente. En mi opinión, es poco probable que Trump denuncie el NAFTA por razones electorales y porque el desempeño del índice Dow Jones podría sufrir un ajuste muy pronto, y precipitarlo con un timonazo es jugar con fuego. No le conviene. En el caso de que llegara a suceder, deberán transcurrir seis meses de conformidad con el artículo 2205 del NAFTA (TLCAN) para que ese país quedara fuera del acuerdo. Sin embargo, diversos organismos como CanCham, que preside Armando Ortega, la American Chamber Commerce, así como decenas de organizaciones gremiales en Estados Unidos, están listas para impugnar la decisión del Presidente Trump para que sea la Suprema Corte de ese país quien decida si la salida del acuerdo la puede decidir el Ejecutivo o debe pasar por una mayoría del Congreso. No parece fácil el camino legal para Trump y tampoco que tenga los votos en el Congreso para hacerlo, menos aún después de las elecciones de noviembre y tras un ejercicio de gobierno tan incierto y plagado de desazones. El de Trump es un gobierno que se tambalea con la investigación de la trama rusa. El reciente informe del Senado de Estados Unidos sobre la forma en que Rusia actúa para socavar y debilitar gobiernos de países adversos es, por decirlo suevamente, impresionante. Es evidente que este informe, junto con la investigación, imponen condiciones muy difíciles para que Trump (amén de su desequilibrio mental) normalice la marche del gobierno.

P.D. Es factible que el gobierno federal de Estados Unidos entre un shutdown debido a que republicanos y demócratas no se ponen de acuerdo en asuntos presupuestales, de manera que es otra tormenta que Trump deberá sortear.

* Las opiniones vertidas en las notas son responsabilidad de los autores y no reflejan una postura institucional