Hoy en día resulta que las organizaciones pueden alcanzar mayor valor en relación a sus activos intangibles en comparación a sus activos físicos invertidos en infraestructura, y aunque desde hace años se habla de la importancia que tiene el capital humano en cualquier organización y generalmente se refiere a él como el factor más importante e indispensable para que una  organización funcione, sin embargo, en el momento en el  que se quiere valuar su contribución al valor económico/ financiero de una entidad resulta difícil llevarlo a cabo.

La investigación del Dr. Carlos Eduardo Herrera Avendaño, financiada por la Universidad Intercontinental, propone resolver lo paradójico de la situación apelando a una conexión de causa y efecto entre capital humano y la generación de valor económico pero que, hasta ahora, se encontraba con ausencia de un modelo de medición que apoyara la evaluación de dicha contribución. Esto permitirá transformar el  recurso intangible en un activo tangible, se cambia el enfoque del gasto hacia la inversión (educación, capacitación, entrenamiento, entre otros), considerando al capital humano como un activo; esto trae consigo ventajas competitivas hasta ahora desaprovechadas, y en un futuro el no determinar con claridad el valor intangible del capital humano originará su minusvalía o, aún más, la pérdida de valor para la empresa. Desde que las compañías invirtieron en sus empleados para mejorar sus técnicas, conocimientos y habilidades, pudieron cuidar de ambos, tanto de sus bolsillos como de los empleados y los costos fueron justificados.

Se analizaron los indicadores que apoyan la cuantificación del impacto individual a la creación de valor económico dentro de empresa, sin embargo, lo que se plantea no se sitúa en lo que el individuo ha adquirido en su campo personal para sí, sino en la utilidad que esto tiene para otros. Esta propuesta crea un modelo de evaluación económica que alinea  misión, visión y papeles claves, tanto personales como corporativos, así como objetivos, medidas de actuación, metas y acciones de mejora a través del cuadro de mando integral personal y corporativo relacionándolos de manera sistémica y con un orden específico de tal forma que se pueda construir valor para la organización a través de un proceso que resulta de la mejora, el desarrollo y aprendizaje continuos.

Lo novedoso de este enfoque está en que aprecia al individuo como un valor económico tangible dentro de la empresa, ya no se le ve como gasto salarial sino inversión empresarial. La empresa por su parte, puede potencializar su valor económico al analizar esta relación causal.

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