Autor UIC

Escrito por: Mtro. Rafael Espino González
Instituto Intercontinental de Misionología
abril 17, 2020

Antes comenzar con la lectura, permíteme hacerte dos preguntas: si tuvieras un súper poder, ¿cuál te gustaría tener? y ¿cómo lo utilizarías?

Cuando nos encontramos ante situaciones complicadas y donde la capacidad humana parece que no es suficiente para resolver la adversidad, es cuando caemos en la desesperanza. Hoy, por ejemplo, que nos piden: #QuédateEnCasa, alejados de los demás, corremos el peligro de no pensar en el prójimo. Muchos quisiéramos poner nuestra esperanza en que llegará un ser o una persona con súper poderes y nos librará de ese mal. Esto es algo que durante siglos lo hemos visto y analizado, lo que me llevó a la pregunta, ¿cómo es un súper héroe, en la vida real, ante el Covid-19?

Recientemente me encontré un escrito de Stephen Evans, capítulo 13, titulado “¿Por qué deberían ser buenos los superhéroes? Spider-Man, la Patrulla X y el «doble peligro» de Kierkegaard”, que habla sobre Las obras del amor, del filósofo Kierkegaard. Ahí, Stephen hace la comparación con otras tres clases de poderes: Giges de Lidia, Superman, Spider-Man y el Amor Universal según Kierkegaard, del cual hice un cuadro comparativo, para compartir contigo.  

Primero, necesitamos explicar que el filósofo Kierkegaard dice que la finalidad del ser humano es ser feliz, y antes de conseguirlo plenamente, el individuo debe superar dos dimensiones:

1) el placer y los intereses personales, y

2) el reconocimiento y la fama que brindan los otros.

Antes de mostrarte un cuadro comparativo, déjame darte una pequeña reseña del súper poder de cada uno de estos personajes:

El primero que revisaremos es el de Giges. La referencia la encontramos en el libro La República, donde se nos narra que Platón escucha de Glaucón el caso de una persona común que tiene un anillo mágico que lo vuelve invisible, pero en lugar de usarlo para hacer el bien, Giges, después de ponerse el anillo, “entró al palacio (…) asesinó al rey y ocupó su lugar en el trono” (Morris & Morris, 2010, p. 247), haciendo un mal uso del poder que la joya le brindaba.

El segundo personaje a revisar es Klark Kent, un periodista, según los comic, tímido y reservado, quien, a su vez, es Superman. Se nos presenta a un Klark que siente amor por Luisa Lane y no se atreve a mostrarlo abiertamente; en cambio, Superman sí lo hace. Es muy larga la lista de poderes de Superman, porque, además de volar y la enorme fuerza, tenía visón con rayos, oído supersónico, etcétera. Y, sin embargo, el “Hombre de Acero casi nunca parece romperse la cabeza con respecto a si debería usar sus súperpoderes para algo ni remotamente parecido a un objetivo egoísta” (Morris & Morris, 2010, p. 253). Él siempre elige el bien y la justicia, incluso si debe dejar el bien personal, como lo es su amor por Luisa.

En el tercer caso hablamos de Peter Parker, que a su vez es Spider-Man, quien “está profundamente enamorado de Mary Jane Watson (…) Sin embargo su felicidad personal entra en conflicto con su vocación como superhéroe” (Morris & Morris, 2010, p. 253). En las historietas constantemente vemos a Peter Parker tener que decidir si hacer caso a sus deseos personales, como pasar tiempo con Mary, o ayudar a las otras personas, porque, en muchas ocasiones, al tratar de ir a visitar a Mary, en el camino aparecen personas que necesitan de su ayuda y entonces el conflicto con su llamado a ser un héroe se vuelve a presentar. Así encontramos que, en el capítulo Spider-Man 2, “optará por abandonar la vocación superheroica, se deshace del traje e intenta llevar una vida normal” (Morris & Morris, 2010, p. 254), aunque al final retoma el camino de arácnido y recuerda que tiene una responsabilidad por los poderes que recibió.

Finalmente, el caso de una persona común, como tú o como yo, que también debe lidiar con el conflicto interno y el conflicto externo. Es decir, pasar del “(Overgang) del amor autocéntrico(…) hacia el amor heterocéntrico (…) liberándolo de la tendencia de encerrarse dentro de sí mismo” (Torralba, 2016).

El individuo promedio, al ponerse el traje-del-amor-universal, está en condiciones de convertirse en superhéroe alcanzado el “amor sin interés, que se expresa como un deber (Pligt)” (Torralba, 2016), no en ese tipo de deber donde lo que hago viene desde una presión externa, sino desde una libertad interna, misma que “libera de toda clase de prejuicios y de apetencias personales, le ensancha la mirada hasta tal extremo que el otro se convierte en el prójimo” (Torralba, 2016). Es amar a los cercanos, con los que convivo, al mismo tiempo que lo hago con los lejanos, los necesitados, los que nada tienen e incluso con los que tienen, con los saludables y los enfermos; es decir, el súper poder es amar a la humanidad de una forma idéntica.

Ahora, ante estas circunstancias del Covid-19, donde el prójimo parece estar tan lejano físicamente, porque no lo veo, no lo siento, mientras estoy encerrado en casa, y al mismo tiempo ver en las redes sociales que nos piden tener la esperanza de que lo vamos a superar, es por lo que te reformulo las preguntas iniciales: ¿Te gustaría tener el poder de alcanzar la felicidad en el amor propio y en el amor al prójimo? y ¿cómo lo utilizarías?

Ahora sí, lo prometido es deuda, el cuadro comparativo de los superpoderes, bajo el esquema de amor universal en Kierkegaard:

Elaboración propia, Rafael Espino González, basada en un texto extraído del libro Los superhéroes y la filosofía.

Bibliografía

Morris, T., & Morris, M. (2010). Los superhéroes y la filosofía. (B. B. U., Ed., C. Belza, & G. García, Trans.) Barcelona, España.

Torralba, F. (2016). La esencia del amor en Kierkegaard. Interpretación de Las obras del amor (1847). (U. R. Llull, Ed.) 72 (271), pp. 411-429.

 

 

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