Autor UIC

Escrito por: Mtra. Alba Milena Pavas, directora académica de la Licenciatura en Pedagogía e Innovación Educativa
Comité Institucional de Educación y Cultura para la Paz
agosto 22, 2022

En cumplimiento a la agenda 2030, y siguiendo la directriz de los objetivos de desarrollo sostenible enunciados por la ONU, interesa especialmente el objetivo 16, “Paz, justicia e instituciones sólidas”. Este objetivo establece que la comunidad mundial debe trabajar por promover sociedades en las que exista una cultura de paz, sociedades inclusivas que hagan cada vez más factible el desarrollo sostenible. Será necesario preparar a todos y cada uno de los ciudadanos para construir instituciones eficaces que respondan a las necesidades de los propios individuos y de las comunidades. Así, la inclusión, el respeto a la alteridad y el derecho a la vida serán probables garantías para llegar al objetivo 16.

A nivel mundial, el fenómeno de normalización de la violencia se ha hecho cada vez más evidente. Los eventos que en otras épocas causaban temor y rechazo social, hoy pueden llegar a ocurrir frecuentemente sin que eso cause asombro o estupor en los testigos. La manifestación de la violencia ha pasado de ser un material noticioso, causante de malestar, de ocurrencia inusual para convertirse en un evento cotidiano que causa cada vez menos sorpresa. Las sociedades actuales parecen ya haberse acostumbrado al homicidio, al abuso, a las violaciones, al atropello a la dignidad humana por la vía de la violencia. Y aunque es una realidad que la violencia ha sido una manifestación social tan antigua como la existencia humana, es hasta ahora que se hace tan evidente en el conocimiento de la gente. El intenso bombardeo informativo facilitado por la web, la conectividad y los dispositivos inteligentes, cada vez más accesibles, es un fenómeno que inunda la cognición humana.

La violencia es la manifestación extrema de la falta de una cultura de paz la cual parece cada vez más lejana en las sociedades actuales y ello representa una alarma que nos obliga a la reflexión y la acción en torno de tal problemática. La vía de salida de una sociedad que se manifiesta de manera cada vez más violenta, es el aprendizaje de nuevas manifestaciones, de nuevas estrategias de negociación y resolución de los conflictos. La cultura de la paz nace en las familias y se refuerza en las instituciones. En especial, las instituciones educativas que reciben a los niños, niñas, adolescentes y adultos para ser educados y formados en una disciplina tienen un fuerte compromiso para el desarrollo de una cultura de paz. Los individuos deben recibir educación para la paz, para su crecimiento emocional, para su desarrollo afectivo y, en especial, para conducirse de manera sustentable en su entorno natural. Cada niño y niña debe aprender desde educación inicial cómo dialogar con su compañero o compañera, cómo resolver las diferencias y cómo actuar para procurar y cuidar su medio natural.

Como institución educativa comprometida con la cultura de paz, tenemos el gran reto de contribuir a la formación académica, humana y ética de cada uno de los estudiantes. El reto se extiende a toda la comunidad, que debe participar de forma activa en el aprendizaje de nuevas formas de interacción social marcadas por la inteligencia emocional y la asertividad. Cada institución debe promover acciones que modelen una cultura de paz, que sea evidente el cuidado del clima estudiantil y organizacional y que el respeto a la dignidad permee constantemente la dinámica institucional. Con foros de reflexión, con actitudes y habilidades formadas para la resolución no violenta de los conflictos, con la creación de espacios para el diálogo es como una institución educativa puede cumplir con su rol social de educador para la paz.

Educar para la paz no debe ser sólo una actividad establecida en un plan académico, debe ser un ejercicio transversal que se haga evidente en los principios rectores de la insitución escolar. La paz es un objetivo, pero también una herramienta para llegar a éste. Educar para la paz implica un cambio de percepción, de interpretación y de reacción frente a las situaciones que plantean disparidad de opinión. La paz no es ausencia de conflicto como tampoco significa evitar los conflictos o las diferencias. La paz implica aprender a resolver el conflicto por la vía de la negociación, aprender a expresar de modo respetuoso la inconformidad y, de igual manera, aprender a exigir la respuesta justa frente a la necesidad. Todo conflicto abordado en el marco del respeto y el cuidado de la dignidad humana puede llegar a una satisfactoria resolución del tema que genera la tensión.  A este objetivo magno tendría que llevar la educación para la paz.

Referencias

Abrego Franco, María Guadalupe (2010). La situación de la educación para la paz en México en la actualidad. Espacios Públicos, 13(27), pp. 149-164. [Fecha de consulta: 19 de agosto de 2022]. ISSN: 1665-8140. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67613199010

Jiménez Bautista, F. (2017). “Paz ecológica y paz gaia: nuevas formas de construcción de paz”. Revista de cultura de paz1, pp. 7–29. Recuperado a partir de https://revistadeculturadepaz.com/index.php/culturapaz/article/view/2

Padilla, A. y A. Bermúdez (2016). “Normalizar el conflicto y desnormalizar la violencia: retos y posibilidades de la enseñanza crítica de la historia del conflicto armado colombiano”. Revista Colombiana de Educación (71), pp. 219-251.

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