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marzo 9, 2017

Con motivo de la conmemoración por el Día internacional de la mujer, a continuación, se muestra un extracto del artículo que la maestra en Teología y Educación de la Pontificia Universidad Javeriana y candidata al doctorado en Teología, docente-investigadora y directora del grupo de Investigación “Teología y género”, en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D.C. María del Socorro Vivas A. quien escribió en 2003 acerca del perfil de la mujer que el papa Juan Pablo II refleja en los documentos que redactó para la Iglesia a lo largo de su pontificado.

“Juan Pablo II es el Papa que ha dedicado mayor espacio en sus escritos al tema de la mujer, es quien más ha abordado distintas dimensiones de la dignidad, misión y vocación de la mujer en la sociedad y en la Iglesia de hoy. Ha tenido palabras significativas para mujeres en situaciones diversas. Presenta como centro la palabra de Dios para fundamentar antropológicamente la dignidad personal de la mujer. En sus escritos, fácilmente se evidencia el perfil de mujer al que hace referencia”.

Así, por ejemplo, habla de tres presupuestos en torno del tema de la mujer:

“1. Para tener una visión clara y coherente de lo que el Papa ha dicho acerca de la mujer, es necesario tomar los siguientes documentos como un grupo doctrinal unido, en el sentido de que no se pueden leer separadamente: Mulieris dignitatem sin ligarla con Redemptoris mater, a Christifidelis laiciy a Sollicitudo rei socialis. ¨[…]

  1. El interés de Juan Pablo II por la mujer está vinculado a la predilección por María. Hay dos expresiones suyas que son significativas. Una, la que recuerda que la mujer forma parte de la estructura viviente del cristianismo; y otra, la que afirma que la feminidad pertenece al patrimonio constitutivo de la humanidad y de la misma iglesia. […]
  2. Genio femenino es el conjunto de dones específicamente femeninos –comprensión, objetividad de juicio, compasión– que se manifiestan en todos los pueblos […]”.

Por otra parte, la autora señala que: “Dios confió a los dos, hombre y mujer, el cuidado de la tierra (cfr.Gn 1, 27) y pone en sus manos el futuro del género humano. A ambos ha confiado esta tierra como patria temporal, a ambos ha encomendado dominarla.

Una verdadera promoción de la mujer exige de la sociedad el particular reconocimiento de las tareas maternas y familiares, pues constituyen un valor superior en relación con las demás tareas y profesiones públicas. Habría que respetar, sobre todo, el vínculo familiar que existe entre el trabajo y la familia, y el “significado original e insustituible del trabajo en casa y de la educación de los hijos”. […]

El Papa reconoce en la mujer la misión específica que tiene como sujeto histórico en un compromiso social político; y como ser integrante de un mundo específico, en igualdad al varón en la sociedad de hoy. De aquí la necesidad de que la mujer tenga una mayor formación y preparación en todos los ámbitos sociales, ya que no puede reducirse sólo a un campo o dimensión de la existencia humana, como es la maternidad, que es un elemento bastante importante, pero no el único. […]

Frente a todos estos llamados que le hace el mundo de hoy a la mujer, María se presenta como modelo permanente de toda riqueza de la feminidad, de la originalidad específica de la mujer, tal como Dios la quiso”.

Por último, a manera de conclusión, la maestra María del Socorro Vivas A., apunta lo siguiente:

“Juan Pablo II se refiere a la mujer en lenguaje analógico con María. Ella es la mujer que encarna perfectamente el “genio femenino” del cual hablábamos anteriormente. Ve en María a la mujer y desde ella habla, escribe y se dirige a la mujer.

Por una parte, recuerda que la mujer forma parte de la estructura viviente del cristianismo y por otra presenta la feminidad como patrimonio constitutivo de la humanidad de la Iglesia.

Así, la mujer, según Juan Pablo II, forma parte fundamental de la estructura de la Iglesia. El magisterio lo ratifica, pero si hemos de hacer justicia a la realidad que se vive al interior de la Iglesia, podemos decir que, a nivel práctico, es poco usual ver a la mujer en sus tejidos estructurales.

Desde el punto de vista de la acción, el ser de las mujeres en la constitución de la Iglesia no se aplica, aunque el momento histórico que ella vive cada vez exige más un cambio radical a nivel de mayor participación de la mujer, participación no sólo en las “actividades que se le asignen”, sino en igualdad de derechos y condiciones, como tantas veces lo ratifica el Papa referido a la dignidad y misión de la mujer en la sociedad y en el Iglesia de hoy.

Para Juan Pablo II es evidente que en la Iglesia hay diversa asignación de funciones y roles y en ello recuerda la igualdad en la dignidad de hombres y mujeres.

Estamos convencidas de que la Iglesia necesita del componente masculino y femenino. Ninguno de los dos puede agotar por sí solo su presentación de Jesucristo. Además, Él se encarnó en la humanidad, no sólo en el hombre o en la mujer. En la Iglesia tenemos la necesidad de la concepción y aporte, tanto masculino como femenino”.

Foto: EFE

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