Escrito por:

noviembre 15, 2016

El 16 de octubre de 2016 fue canonizado en el Vaticano San José Sánchez del Río, niño cristero que murió mártir de la persecución religiosa que sufrió México en la segunda década del siglo XX. La curación de una bebé mexicana, para quien “humanamente ya no había esperanza de vida”, fue el milagro que el 21 de enero de este año aprobó el Papa Francisco.

El padre Martín Cisneros durante la misa de acción de gracias por la canonización de San José Sánchez del Río

El padre Martín Cisneros durante la misa de acción de gracias por la canonización de San José Sánchez del Río

Así, el domingo 13 de noviembre, en Sahuayo, Michoacán, se efectuó una misa de acción de gracias por la canonización de San José Sánchez del Río y también se realizó la bendición de la primera piedra de su templo para lo cual estuvo presente el director académico de Humanidades de nuestra casa de estudios, padre Martín Cisneros Carbonero.

San José Sánchez del Río nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán. Al decretarse la suspensión del culto público, José tenía 13 años y 5 meses. Su hermano Miguel decidió tomar las armas para defender la causa de Cristo y de su Iglesia. José, viendo el valor de su hermano, pidió permiso a sus padres para alistarse como soldado; su madre trató de disuadirlo; sin embargo,  él le dijo: “Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión”. Su madre le dio permiso, pero le pidió que escribiera al jefe de los Cristeros de Michoacán para ver si lo admitía y, al no ser aceptado, no se desanimó y luchó hasta conseguirlo.

15045706_10154691530884250_473251446_nEl viernes 10 de febrero lo sacaron de la parroquia al mesón general del ejército federal. Le desollaron las plantas de los pies, y lo obligaron a caminar descalzo.Durante todo el trayecto, José, iba dando gritos y vivas a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe. Al señalarle  su tumba y poniéndose al pie de ella fue sometido a ahorcamiento y acuchillamiento por sus verdugos. Uno de ellos, Rafael Gil Martínez apodado “El Zamorano”, lo bajó del árbol donde había sido colgado y le preguntó: “¿Qué quieres que le digamos a tus padres?” José respondió con voz de mucha fatiga: “Que viva Cristo Rey y que en el cielo nos veremos”. El verdugo sacó su pistola y lo mató de un tiro en la sien.

* Las opiniones vertidas en las notas son responsabilidad de los autores y no reflejan una postura institucional