El espejismo del liderazgo joven
El liderazgo empresarial en México enfrenta una paradoja preocupante: muchos jóvenes dueños de empresas, ya sea herederos de negocios familiares o emprendedores con acceso a capital, se rodean de directivos veteranos creyendo que la edad es sinónimo de sabiduría.
Sin embargo, en la práctica, esta dinámica puede resultar una trampa. En los años que he trabajado en diferentes sectores (salud, retail, construcción, entre otros) he observado un patrón que se repite: empresarios menores de 35 años liderados por directivos mayores de 50, quienes rara vez promueven innovar o la ética laboral.
Estos directivos no guían, controlan. Se aferran a sus cargos, bloquean ideas nuevas y convierten al joven dueño en una figura decorativa.
No es la edad: es la ética
El problema no es la edad, es la falta de ética. Este tipo de directivos entiende que los líderes jóvenes no tienen aún las herramientas para cuestionar, y operan con una lógica peligrosa: “Mientras la empresa no quiebre, mi sueldo está seguro.”
En lugar de invertir en capacitación o mejorar el clima laboral, recortan costos en áreas clave para inflar utilidades. Prefieren promover colaboradores sumisos antes que reconocer el talento disruptivo.
Las frases con las que asesinan las buenas ideas son conocidas por todos: “Así no se hacen las cosas aquí”, “no hay presupuesto”, “luego lo vemos.” Mientras tanto, sus bonos anuales siguen intactos.
Dueños jóvenes que no saben exigir
Muchos de estos líderes jóvenes heredaron la dirección de una empresa sin haber manejado siquiera un equipo pequeño. No dominan conceptos como nómina, crisis o estrategia comercial. Algunos tienen un talento natural, sí, pero no saben liderar personas, y eso los vuelve vulnerables.
En lugar de buscar mentorías honestas, se escudan en la experiencia de esos mismos directivos que los frenan. Evitan hacer preguntas por miedo a revelar su inexperiencia. No confrontan, porque no quieren parecer ingratos. El resultado: un círculo vicioso donde los directivos abusan, los dueños callan y los colaboradores valiosos se van.
La comodidad del poder
¿Por qué actúan así los directivos? Por comodidad y miedo. Un profesional de más de 55 años sabe que si lo despiden, enfrentará un mercado que prioriza lo digital y la juventud. Se aferra, entonces, a su zona de confort, aunque eso implique estancar el negocio. Y si debe manipular al dueño joven para mantenerse en el cargo, lo hará.
Romper el monopolio del liderazgo
La solución no es demonizar a los líderes de mayor edad, sino transformar su monopolio del poder. Los jóvenes líderes deben entender que dirigir una empresa no es pagar sueldos, sino cultivar humildad para aprender y coraje para exigir.
Si un directivo se niega a modernizar procesos, hay que preguntarle: ¿Esto beneficia a la empresa o únicamente a usted? Si bloquea ideas, hay que pedirle datos, no opiniones.
Dos acciones urgentes para transformar el liderazgo empresarial
Desde mi experiencia, propongo dos medidas urgentes para mejorar el liderazgo empresarial en México:
1. Transparencia forzada.
Crear sistemas donde las decisiones directivas se documenten y estén disponibles para un comité externo, no nada más para el dueño. La opacidad genera incertidumbre y fuga de talento.
2. Evaluaciones 360°.
Permitir que los colaboradores califiquen de manera anónima a los líderes en temas como ética, innovación y trato humano. No más directivos que sólo navegan entre altas esferas: deben escuchar también al equipo operativo.
El liderazgo no es control, es servicio
Un directivo que vela por sí mismo sin pensar en su equipo difícilmente será un líder. En una empresa donde trabajé un director de más de 58 años se negó a mejorar los salarios emocionales (horarios flexibles, clima laboral, capacitación). Decía que “no era prioridad” porque los beneficios no eran inmediatos. Eso no es liderar. Eso es temer.
A los jóvenes dueños y a los directivos mayores
A los dueños jóvenes: su vulnerabilidad es una ventaja si la usan para buscar verdaderos mentores, no colaboradores tóxicos.
A los directivos mayores: su experiencia vale siempre y cuando la compartan; de lo contrario, es posible que la empresa colapse.
Yo sigo sin ser directivo, pero he aprendido algo
A mis 36 años, aún no ocupo un puesto directivo; pero he aprendido algo que muchos con poder no entienden:
- El liderazgo no es controlar, sino servir.
- El mejor líder crea nuevos líderes.
Mientras tanto, seguiré alzando la voz en las juntas, proponiendo ideas disruptivas y recordándoles a los dueños jóvenes que si no exigen más, condenan a su empresa a morir lentamente. Pero también reconociendo que nos dieron una oportunidad, y eso también cuenta.
En la Universidad Intercontinental, formaciones como la Licenciatura en Relaciones Comerciales Internacionales ofrecen las herramientas humanas, éticas y estratégicas que tanto necesita el liderazgo empresarial. Porque liderar con sentido y visión también se aprende. Contáctanos aquí.
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