La fragilidad de los compromisos internacionales
En nuestra rutina diaria (entre el trabajo, la escuela o el regreso a casa) pocas veces reflexionamos sobre un bien intangible, pero esencial para el desarrollo humano: la estabilidad. Desde el enfoque del Derecho, este concepto implica permanecer sin riesgo de colapso, transformación o desaparición, como señala la Real Academia Española.
En el ámbito internacional, los compromisos internacionales son el mecanismo para preservar esa estabilidad. Sin embargo, la historia nos ha demostrado que estos acuerdos, por sólidos que parezcan, son tan frágiles como el contexto político que los sostiene.
La ONU, una promesa nacida del caos
Tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial, el mundo apostó por una estructura multilateral que evitara repetir semejantes tragedias. Así nació la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945, con ideales claros: salvaguardar la paz, defender los derechos humanos, fomentar la justicia y mantener el respeto al derecho internacional.
Este compromiso quedó plasmado en la Carta de las Naciones Unidas, donde los países se juramentaron a actuar “en interés común” y con “tolerancia” para convivir como buenos vecinos.
¿Y qué ha pasado con esos compromisos?
Hoy, en un mundo profundamente interconectado y al mismo tiempo dividido, los compromisos internacionales se tambalean ante el peso del unilateralismo, el autoritarismo y los intereses geopolíticos.
Gobiernos poderosos incumplen normas globales sin consecuencias claras, legitiman invasiones sin respaldo legal y desprecian acuerdos como los aranceles consolidados de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El caso de países que violan sistemáticamente el Derecho Internacional Humanitario (bajo el argumento de la “seguridad nacional”) demuestra que los mecanismos de control global se enfrentan a nuevas formas de poder.
¿Crisis o nuevo punto de partida?
La inestabilidad global parece advertirnos que el equilibrio entre naciones ya no se basa en la cooperación, sino en la competencia. Frente al debilitamiento del multilateralismo y el ascenso de líderes que desafían abiertamente las reglas, el mundo se enfrenta a una encrucijada: reformular el orden internacional o ver colapsar los cimientos de décadas de acuerdos.
La historia nos muestra que las crisis también son oportunidades. ¿Será este momento una antesala para reinventar los compromisos internacionales desde una lógica más justa y efectiva?
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