En días pasados, ocurrió un suceso de talla internacional y de intereses comerciales, económicos, sociales y de relaciones públicas. El Príncipe Harry (nieto de la Reina Isabel II), y su esposa Meghan Markle anunciaron que abandonarían la financiera a la que ellos pertenecían por ser miembros de la familia real. Indicando que se dedicarían a trabajar por su cuenta para obtener sus propios ingresos.
La ola mediática envuelve la situación económica de la pareja, las relaciones públicas del Palacio de Buckingham y la controversia de la familia real. Es importante hacer notar los planes de la pareja, en cuanto al registro de la marca «Sussex Royal» y el apoyo de la reina. No obstante, la sorpresa fue que los príncipes ya no podrían usar el título de Su Alteza y posiblemente ni la marca. Puesto que, ya no serán considerados como miembros trabajadores de la familia real. Es importante recordar que todos los asuntos públicos de esta familia no sólo tienen impacto en el Reino Unido, sino también en los otros 16 países que forman parte de la Mancomunidad de Naciones.
Desde el punto de vista de marketing y comunicación, recordemos que una casa real funciona como una empresa, ya que debe de mantener su posicionamiento entre los ciudadanos. Es decir, la corona también es una marca, y representa oficialmente al país ante el resto del mundo, pues, así como las empresas deben de generar estrategias comunicativas para lograr que sus marcas sean queridas, la monarquía también lo hace. Ésta se enfoca en generar estrategias de comunicación y relaciones públicas que ayuden a construir una reputación positiva ante los ciudadanos para seguirse ganando su simpatía.
No es casualidad que las casas reales busquen tener presencia en el mundo digital; además de servir como plataforma para su reputación corporativa, las redes sociales, difunden comunicados oficiales por relevancia internacional. Un ejemplo fue cuando en 2014 la casa real española abrió su cuenta de Twitter dos semanas antes de difundir el mensaje oficial de abdicación del Rey Juan Carlos I y el ascenso de Felipe VI al trono. Dicho ejemplo señala que, la realeza estaba preparando las herramientas comunicativas para poder hacer llegar el mensaje a la mayor audiencia posible.
Cabe destacar que la Corona, al funcionar como marca, tiene el poder de apoyar a otras empresas y marcas del país y así ponderar el mercado nacional. En su mayoría, reciben respaldo si estas marcas son utilizadas por la casa real y por consiguiente, reciben una garantía o Royal Warrant. La Reina Isabel II ha otorgado la garantía real a 686 empresas, su esposo, el Duque de Edimburgo a 159 empresas, y el Príncipe Carlos (heredero al trono) a 38 empresas.
Otro caso interesante, es que también existen miembros de la realeza que tienen una participación empresarial notoria y exitosa dentro de compañías globales con sede en su país. Un ejemplo es el caso es Holanda, donde la ex Reina Beatriz, es la principal accionista de las empresas holandesas más famosas a nivel mundial. Alguna de ellas son, la compañía petrolera Shell, Phillips, el banco ABN-AMRO, y la aerolínea KLM.
Como estrategia de marketing para dichas empresas, diversas fuentes mencionan que el Rey Guillermo Alejandro participa como piloto en los vuelos de la aerolínea mencionada. Al mismo tiempo que, usa aviones de la marca Fokker; de esta forma, el rey promociona a dos empresas nacionales simultáneamente.
La casa real de Holanda también da un muy buen ejemplo de impulso al turismo, pues en 2013 cuando la pareja real ascendió al trono, se registró un aumento en el turismo entre Holanda y Argentina. Este último país, de nacionalidad de la reina Máxima, esposa del rey.
Actualmente existen 194 países en el mundo, de los cuales, 44 conservan el sistema de gobierno de monarquía. Es decir, 22.68% del total. Lo que arroja una mejora en la calidad de vida, comparado con algunos países como México.
Para saber más:
Licenciatura en Comunicación Digital, Mercadotecnia, Diseño Gráfico, Universidad Intercontinental.