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noviembre 27, 2017

He de confesar que para mí fue un poco difícil escoger de qué tema escribir en mi nota periodística, ya que es la primera vez que debo redactar una. Después de mucho pensar y además de haber escrito ya casi la mitad de una sobre mi experiencia en el mundo de la traducción, decidí cambiar el tema y redactar un poco mi sentimiento al ver las grandes diferencias que encuentro entre los estudiantes de aquel entonces y las de mis alumnos de ahora.

Tal vez, igual que muchas otras personas, escogí la carrera de Traducción teniendo como razón principal mi gusto por los idiomas; sin embargo, cuando me di cuenta de que debía estudiar muchas asignaturas que ni siquiera sabía que existían, que debía leer y escribir mucho y que mi conocimiento del español no era tan bueno como yo pensaba, supe que traducir no significaba transcribir o reproducir palabras de una lengua a otra, si no que se trataba de un arduo trabajo en el que la máxima importancia era reproducir, de la manera más fiel posible, en mi idioma, lo que una persona decía en otro.

En el tiempo en el que estudié la carrera, las herramientas que teníamos los que estudiamos Traducción se encontraban principalmente en las bibliotecas, lo que hacía que cualquier trabajo tomara mucho más tiempo que ahora.  El uso del internet era casi nulo y se utilizaba casi enteramente para enviar correos electrónicos (e-mails). Mis mejores fuentes de consulta eran mis maestros y, en algunas ocasiones, las personas con las que me relacionaba día a día. María Moliner y Le Petit Robert eran mis fieles compañeros.

Aunque el campo de la traducción desde ya era bastante amplio, nosotras, mis compañeras y yo nos centrábamos, sobre todo, en la traducción literaria y un poco en la técnica.

A lo que quiero llegar con estas breves anécdotas es a expresar las diferencias que veo ahora estando del otro lado de las bancas, en la misma universidad y en la misma carrera que yo cursé hace no tantos años. Gracias a la inclusión del internet, de las páginas web e incluso de videojuegos, el campo de la traducción se amplió de forma considerable. La facilidad de obtener información por medio de diccionarios en línea, de foros, de chats internacionales, hace que el tiempo de trabajo se reduzca. Pienso, que la entrada del internet ha ayudado a muchas profesiones, y, en el caso de la traducción, le dio un giro de 360 grados.

A pesar de que los estudiantes de ahora tienen herramientas de trabajo más accesibles, me percato de que las bases para ser un buen traductor siguen siendo las mismas: no se traducen palabras, sino ideas, que se unen palabra por palabra y que una misma palabra puede tener varios significados dependiendo de la posición que ocupe en una oración o de las palabras que la acompañen en una oración o frase.

Para llegar a esto sí se debe pasar por todo un camino de aprendizaje y práctica que con gusto veo lo llevan a cabo mis estudiantes.

La traducción es una de las profesiones más antiguas del mundo, y mientras los hombres sigamos teniendo la necesidad de comunicarnos, nosotros, los traductores seguiremos vigentes.

Autor: María Luisa García Basurto, docente de la Licenciatura en Traducción

 

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