Según la definición de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología añadimos algo más: no sólo somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas, sino que podemos salir fortalecidos de ellas.
Para los griegos, la virtud de la fortaleza se componía de dos grandes capacidades: la de acometer y la de resistir. Acometer es saber enfrentar retos y pelear las batallas que valen la pena. No es atacar, hostigar o conquistar los retos a pesar de los demás. De forma semejante, resistir no es ser invencible e inamovible, ni es tampoco resignarse ante los embates de la vida: es saber aceptar los reveses, las pruebas y los sufrimientos como algo que nos transforma, pero que no nos determina.
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