TelevisaLeaks: Manipulación mediática y democracia

Autor UIC

Escrito por: Jorge Luis Paz Vázquez

Licenciatura en Pedagogía

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La manipulación mediática, una amenaza constante

El 27 de abril de 2025, el canal de YouTube y el portal de noticias Aristegui Noticias publicaron una serie de videos bajo el título TelevisaLeaks. Estos materiales revelan la filtración de más de cinco terabytes de información confidencial que incluye videos, chats, documentos y guiones generados entre 2018 y 2024.

La información expone presuntas operaciones encubiertas por parte de Televisa, una de las principales empresas de medios en México y América Latina, en colaboración con la firma Metrics to Index, especializada en estrategias digitales.

Según la investigación, estas operaciones se gestaron desde un área interna llamada Palomar, que dirigió campañas clandestinas para atacar mediáticamente a figuras públicas: empresarios, políticos, comunicadores y servidores público.

Mientras, de manera simultánea, impulsaba la imagen de otros personajes afines. El objetivo: moldear la percepción pública y controlar las narrativas en la opinión popular.

El poder del silencio. Los medios callan

Uno de los aspectos más inquietantes del caso TelevisaLeaks es el silencio de la mayoría de los grandes medios de comunicación ante las revelaciones. Al momento de escribir este artículo (4 de mayo de 2025), salvo un par de periódicos, el resto de los medios ha evitado el tema por completo.

Este vacío informativo deja entrever la fuerza de la manipulación mediática y la influencia que ciertos actores pueden ejercer sobre la cobertura periodística.

Al igual que los escándalos de los Panama Papers (2016), Cambridge Analytica (2016) o el caso Snowden (2013), esta filtración revela que el uso de la información como arma para manipular conciencias no es nuevo; pero es peligroso. Lo que cambia son las plataformas y las estrategias tecnológicas.

Manipulación mediática, una práctica histórica

No es la primera vez que los medios se ven envueltos en acusaciones de manipulación mediática. Cineastas como Orson Welles y Michael Moore lo han representado en sus obras.

Académicos como Noam Chomsky, Byung-Chul Han o Manuel Castells han analizado el fenómeno a profundidad, señalando cómo los medios concentran un poder simbólico capaz de construir y destruir reputaciones, legitimar gobiernos o movilizar sociedades enteras.

Desde asociaciones civiles, hasta movimientos como YoSoy132 y plataformas como WikiLeaks, la sociedad ha intentado contrarrestar estas prácticas. Sin embargo, su recurrencia demuestra que aún no contamos con una cultura de consumo crítico de información que permita identificar y desmontar narrativas manipuladas.

Las víctimas ocultas de la manipulación

Más allá del impacto en la esfera política, la manipulación mediática tiene un costo humano profundo. Los profesionales involucrados en estas operaciones lo hacen sin saber el alcance de sus acciones o por necesidad económica. Se convierten en engranajes desechables de una maquinaria más grande, cuyo objetivo no es informar, sino influir y controlar.

Esta lógica instrumentaliza tanto a los trabajadores de los medios, como a la audiencia, quienes consumen información diseñada para provocar reacciones emocionales más que razonamientos críticos. La desinformación sistemática genera confusión, polarización y desconfianza en las instituciones, debilitando los valores democráticos.

Manipulación, infodemia y democracia en crisis

La manipulación mediática, además de desinformar, alimenta fenómenos como la infodemia: la sobrecarga de información falsa o sesgada que circula sin control, dificultando la toma de decisiones informadas. Esto afecta la salud de las sociedades, vulnera libertades individuales y colectivas y debilita la participación ciudadana.

Sin confianza no hay democracia funcional. Si la información se manipula desde los centros de poder, los ciudadanos pierden la capacidad de actuar con conocimiento de causa. La narrativa oficial se convierte en la única verdad permitida y todo lo que la contradiga es silenciado o ridiculizado.

Una postura crítica y proactiva desde la academia

Frente a estos escenarios, la universidad tiene la responsabilidad de formar profesionales con pensamiento crítico, herramientas analíticas y una ética sólida.

Desde la Universidad Intercontinental rechazamos la normalización de la manipulación mediática y apostamos por una formación que empodere a los estudiantes para cuestionar, investigar y comunicar con responsabilidad.

Programas como las licenciaturas en Comunicación Digital, Pedagogía y Derecho fomentan una mirada crítica sobre los medios y el poder, así como la capacidad de generar contenidos que contribuyan al fortalecimiento de la vida democrática y la justicia social. Formar comunicadores éticos y ciudadanos informados es más urgente que nunca. ¡Contáctanos aquí!

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