El nearshoring en México se ha convertido en uno de los temas relevantes del comercio internacional contemporáneo. Gracias a su posición geográfica estratégica y a su integración en el T-MEC, el país se perfila como un destino atractivo para empresas que buscan relocalizar sus operaciones cerca de Estados Unidos. Sin embargo, esta ventaja también plantea desafíos fiscales y estructurales que podrían frenar su verdadero potencial.
En un contexto donde Estados Unidos refuerza sus políticas arancelarias y las cadenas de suministro globales buscan estabilidad, México aparece como una alternativa competitiva. Pero la pregunta clave es si el país está preparado para aprovechar el nearshoringsin generar nuevas dependencias económicas ni comprometer su soberanía fiscal.
Nearshoring en México, una posición estratégica en riesgo
El nearshoring se enmarca en una reconfiguración global del comercio. De acuerdo con Reuters (2025), diversas compañías extranjeras están expandiendo su presencia en América del Norte para reducir el impacto de los aranceles y asegurar el acceso al mercado estadounidense. Por su parte, El Economista (2025) reportó que Samsung ha reforzado su alianza con México para consolidar su cadena de suministro regional.
Se trata de movimientos que reflejan una tendencia clave: las empresas buscan, además de eficiencia, estabilidad geopolítica. En dicho contexto, México funciona como un punto intermedio que conecta Asia, América y Europa. No obstante, este papel de “bisagra” sólo podrá consolidarse si el país garantiza certidumbre fiscal y un entorno regulatorio confiable para la inversión extranjera.
Presiones fiscales y retos institucionales
El tema en el país enfrenta una paradoja: mientras la iniciativa privada impulsa la llegada de inversiones, las políticas gubernamentales y la rigidez fiscal generan incertidumbre. La reciente auditoría a Samsung es un ejemplo del clima de tensión entre las empresas multinacionales y el gobierno mexicano.
Si bien la política industrial mexicana parece estar guiada por el sector privado más que por una estrategia estatal integral, el Estado debe asumir un papel activo para mantener la confianza empresarial.
Sin certidumbre jurídica, simplificación administrativa y estímulos fiscales, la oportunidad de consolidar a México como hub manufacturero puede diluirse con rapidez. La competitividad global requiere más que discursos: necesita políticas públicas coherentes, previsibles y orientadas al crecimiento sostenible.
La oportunidad de un nuevo modelo económico
A pesar de los retos, el nearshoring en México es una oportunidad histórica. El sector manufacturero y tecnológico nacional ha demostrado su capacidad para insertarse con éxito en las cadenas de valor globales. Si México logra abrir nuevos mercados en Centroamérica y Europa y fortalecer su cooperación con Asia, podría convertirse en un eje logístico clave del hemisferio occidental.
El desafío es consolidar una política industrial que combine visión nacional con apertura internacional. No se trata sólo de atraer empresas extranjeras, sino de fomentar la transferencia de tecnología, la formación de talento y la creación de valor agregado local. Para ello, el país debe apostar por la estabilidad institucional, la transparencia y la educación técnica especializada.
Hacia un México competitivo y soberano con el nershoring
En los próximos cinco años el nearshoring en México podría convertir al país en la principal potencia económica de América Latina y en un socio estratégico de Estados Unidos, Corea del Sur y la Unión Europea. Pero alcanzar ese objetivo dependerá de la capacidad para equilibrar la apertura comercial con una política fiscal justa y predecible.
México tiene frente a sí la posibilidad de ser aliado, no dependiente. Aprovechar el nearshoring implica construir un modelo de desarrollo sustentado en la innovación, el capital humano y la cooperación internacional con visión de largo plazo.
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