Atrapado en la carrera equivocada. El laberinto de elegir (y sobrevivir)

Autor UIC

Escrito por: Ramsy Javier Velázquez

Licenciatura en Relaciones Comerciales Internacionales

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En México, la elección de carrera en México se convierte en presión desde edades en las que apenas entendemos quiénes somos. Nos piden decidir qué hacer toda la vida mientras aprendemos a manejar, lidiamos con responsabilidades nuevas o atravesamos las primeras rupturas amorosas.

¿Cómo elegir una carrera entre los 17 y 20 años cuando nuestra identidad sigue en construcción? La respuesta es clara: no estamos listos. Sin embargo, tanto el sistema educativo como la cultura social insisten en forzar esa decisión, como si la madurez vocacional llegara con la mayoría de edad.

Nadie nace sabiendo qué estudiar, pero en México actuamos como si así fuera. Yo mismo tuve que elegir carrera a los 21 años, después de recursar materias en la preparatoria. Si bien ya era mayor de edad, no tenía la madurez para tomar una decisión tan importante.

Entre presiones, expectativas ajenas y actividades de cualquier persona de mi edad, tuve que responder la pregunta que marcaría mi futuro: “¿Qué quieres estudiar?”. No existieron mentorías, talleres ni conversaciones profundas sobre profesiones reales. Sólo escuché comentarios como “los que ganan bien son doctores” o “si estudias música, te mueres de hambre”. Terminé eligiendo Relaciones Comerciales Internacionales no por vocación, sino porque sonaba bien y estaba de moda.

El problema nunca fue el interés, sino la falta de herramientas. En países como Finlandia o Canadá, los jóvenes tienen acceso a ferias vocacionales robustas, programas de shadowing o incluso años sabáticos para explorar. En México, en cambio, el consejo que persiste es: “Estudia algo que deje dinero”. No sorprende que tengamos generaciones enteras de profesionistas que saben hacer presupuestos, pero no saben quiénes son.

Elección de carrera en México. Cuando nadie te muestra las opciones

La elección de carrera en México se complica conforme avanzan los semestres, con dudas que nadie nos enseña a resolver. A los 22 años, mientras cursaba tronco común, varias materias despertaban mi interés y otras me parecían sencillas por afinidad. Ahí surgieron preguntas incómodas: “¿Estoy en la carrera correcta?”, “¿y si me cambio? ¿Qué dirán en casa?”, “¿cómo admito que me equivoqué?”.

Durante una clase de finanzas pregunté a mi profesor cómo supo que “eso” era lo suyo. Su respuesta fue brutal: “A mí tampoco me gustaba, pero mi papá tenía una fábrica. Te acostumbras”. ¿Eso es todo? ¿Acostumbrarse a pasar 40 horas a la semana en algo que no te llena?

Comprendí, entonces, que el sistema no está diseñado para ayudarnos a descubrir nuestra vocación, sino para producir trabajadores funcionales. Las universidades rara vez exponen testimonios reales sobre frustración, cambios de rumbo o crisis vocacionales. Mientras tanto, se promueve la idea falsa de que “si eliges bien desde el inicio, te irá bien”. Esto ignora que, según el Foro Económico Mundial, el 65 por ciento de los empleos del futuro aún no existen.

La falta de mentoría es una condena silenciosa. ¿Por qué el sistema educativo no crea espacios para estas conversaciones? Sin embargo, descubrí que equivocarse es normal y que el camino profesional no tiene por qué ser lineal.

En México, la mentoría vocacional es un privilegio. Quienes no crecen rodeados de profesionales o académicos suelen navegar a ciegas.

Reinventar la elección hacia un sistema que abrace la incertidumbre

Para transformar la elección de carrera en México, es necesario replantearnos el proceso:

Un año de exploración profesional después de la prepa, con pasantías rotativas.
Mentorías obligatorias, con profesionales de, al menos, cinco áreas distintas.
Talleres de autoconocimiento, orientados a habilidades blandas y no sólo calificaciones.

Estos puntos deben estar en manos de instituciones educativas: también pueden ser exigidos por los propios estudiantes.

La elección de carrera no debe ser un salto al vacío

Hoy, a mis 37 años, sigo aprendiendo. Y ahora comprendo que no es normal que adolescentes decidan su futuro en medio de incertidumbre y desinformación. A quienes hoy dudan, no es su culpa sentirse perdidos; el sistema falló. Pero elegir mal no te define, sino tener el coraje de volver a elegir y buscar apoyo.

En México urge dejar de tratar la elección vocacional como un examen de opción múltiple. La vida profesional es un laberinto, no una línea recta, y merecemos tener una linterna para caminarlo.

Si te identificas con este artículo, recuerda que el mundo es enorme y las carreras son mapas incompletos. Haz preguntas, acércate a personas que te inspiren, explora sin miedo.

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