Son agresivos y territoriales. Están dotados de una gran fortaleza física, que les permite volar más de 2 mil kilómetros en un solo día, bajo duras condiciones climáticas. Son los Gansos Salvajes, símbolo representativo de los Deportes UIC.
Los Gansos Salvajes tienen un alto sentido de compañerismo, porque colaboran en equipo para que su bandada llegue lejos. Te compartimos el decálogo del espíritu que todo Ganso Salvaje sigue al pie de la letra:
Soy pieza clave de mi grupo. El éxito de mi equipo es el mío propio. Más importante que el lucimiento personal es el trabajo en común. Somos un grupo con cohesión que nos apoyamos unos a otros.
El Ganso que va a la cabeza rompe el aire para facilitar el vuelo a quienes lo siguen. Y los Gansos que van detrás empujan hacia adelante a los que lo preceden.
Es importante saber hacia dónde vamos y llegar juntos. Cada uno de nosotros sabe qué hacer de manera individual para alcanzar nuestro objetivo.
Eso es lo que nos recuerda la formación en V durante los viajes migratorios de los Gansos.
Asumo un liderazgo rotativo. Aunque el empuje generado por los de detrás es indispensable, el líder no está exento de caer exhausto. Su posición puede ser rotatoria para que el que va a la cabeza recupere energía.
Esa responsabilidad rotatoria permite que otros se desarrollen y destaquen.
Confío plenamente en mis compañeros de equipo. Si un miembro comienza a caer y alejarse de la bandada, será respaldado, acompañado y animado por los demás, con la finalidad de reintegrarse al ritmo del equipo.
Cada vez que un Ganso se sale de la formación, siente una mayor resistencia del aire por volar solo. De inmediato se incorpora a la bandada para beneficiarse del poder del compañero que va adelante.
Indico continuamente mi posición al resto del equipo. Esto es indispensable para que la colaboración funcione.
Las opiniones novedosas se escuchan con respeto, y aunque surjan diferencias, se aprovecharán para lograr el objetivo planteado. Si los miembros del grupo se comunican, la energía y empuje no decaerán nunca.
Respeto a los otros miembros del equipo como individuos íntegros, con conocimientos, habilidades y competencias distintas de las mías.
Considero a los contrarios como adversarios, no como enemigos, por lo que el juego limpio será siempre una prioridad inexcusable.
Conozco el rol que desempeño en el equipo. Cada uno de nosotros se compromete a aportar sus habilidades personales y ponerlas al servicio del equipo.
Colaboramos juntos para construir y cultivar el prestigio personal y el grupal.
Reflexiono constantemente sobre cómo mejorar mi rendimiento y el del equipo, como retroalimentación.
Reconozco mis áreas de oportunidad y hago ver las suyas a mis compañeros, de manera respetuosa y constructiva.
Conozco mis fortalezas y mis limitaciones. En un espíritu de solidaridad, apoyo a mi equipo, pero también me dejo apoyar por los demás para el bien común.
Asumo que los triunfos del equipo no se miden sólo por el marcador final, sino por la vivencia y la puesta en práctica de los puntos anteriores para conseguir el objetivo del equipo.
Tan importante es llegar al destino como la forma en que se vive el trayecto.
Dirección de Actividades Deportivas, https://www.uic.mx/formacion-integral/deportes/
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