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Autor UIC

Escrito por: Ulises Morales Contreras
Docente de la licenciatura en Filosofía
diciembre 10, 2019

La fe del pueblo mexicano está totalmente impregnada de la devoción a la Virgen de Guadalupe. Esta fe pone de manifiesto una fuerza enorme para la religión católica. En su tarea evangelizadora. La Guadalupana, como la llaman, se ha convertido en un importante signo evangelizador en la Iglesia, principalmente, en Latinoamérica.

La virgen de Guadalupe y Juan Pablo II

El papa Juan Pablo II, fiel devoto de la Virgen de Guadalupe, fue el primer papa en ver la imagen. Pero, además, beatificó y canonizó a Juan Diego, el humilde embajador de la Guadalupana. Juan Diego fue ejemplo de humildad y perseverancia en la transmisión del mensaje guadalupano. La Virgen de Guadalupe lo escogió entre los más humildes para esa manifestación condescendiente y amorosa: la aparición guadalupana.

Reina de toda América

Un recuerdo permanente de esto es su rostro materno y su imagen bendita, que nos dejó como inestimable regalo. Así, quiso quedarse entre nosotros, como signo de comunión y unidad de todos quienes viven y conviven en esta tierra.

Además, el papa proclamó fiesta del continente americano el 12 de diciembre y nombró a la Guadalupana Reina de toda América.

En el documento de Puebla (282), refiriéndose al hecho guadalupano, encontramos lo siguiente:

Desde los orígenes —en su aparición y advocación de Guadalupe— María constituyó el gran signo, del rostro maternal y misericordioso de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión. María fue también la voz que impulsó a la unión entre los hombres y pueblos. Y, como el de Guadalupe los otros Santuarios Marianos del continente son signos del encuentro de la fe de la Iglesia con la historia latinoamericana.

 

Juan Diego, humilde embajador

La Virgen de Guadalupe ha inspirado a muchos creyentes a contribuir en las misiones en muchos lugares de América Latina. Ejemplo es el humilde embajador Juan Diego, quien fue el primero que transmitió al pueblo la experiencia guadalupana.

El padre Lauro Beltrán expresa:

La Virgen no sólo le habló a Juan Diego, sino que, en Juan Diego, también nos habló a nosotros, y sigue y seguirá hablando a todos los que vengan detrás de nosotros. La Virgen al mirar a Juan Diego, nos miró en él a todos nosotros. A todos y cada uno de los mexicanos del presente, del pasado y del futuro. Lo que María de Guadalupe le pidió a Juan Diego, nos lo pidió a nosotros que somos el Juan Diego secular […] no ha muerto […] es inmortal. Juan Diego somos nosotros.

Signo de interculturalidad y reconciliación

La Virgen de Guadalupe es un signo importante de interculturalidad en la Iglesia. Eso se debe a su presencia maternal y amorosa que ha contribuido enormemente a la evangelización de la Iglesia. Ésta, en su afán de hacer presente a Cristo en medio de los hombres, levanta los ojos hacia la Guadalupana. Y es que ella quiso quedarse y dejar su mensaje a todo el pueblo de México.

El papa Juan Pablo II expresa que María de Guadalupe es signo de reconciliación. Porque ella misma creó el mestizaje de dos pueblos y dos culturas. Con ello, se convirtió en constante inspiradora de nuestra pastoral. Afirma el papa:

Que Ella os proteja y haga fecundos vuestros esfuerzos: y que, como primera evangelizadora de América os ayude a seguir convirtiendo en educación ordenada y progresiva de la fe el mensaje guadalupano.

El llamado a México

Desde el principio de su pontificado, el papa Juan Pablo II hace un llamado fuerte al pueblo mexicano. Y lo hace para que tome conciencia del potencial evangelizador que está presente en la Virgen de Guadalupe:

La devoción a la Virgen Santísima de Guadalupe debe ser para todos una constante y particular exigencia de auténtica renovación cristiana. La corona que ella espera de todos vosotros no es tanto una corona material, sino una preciosa corona espiritual, formada por un profundo amor a Cristo y por un sincero amor a todos los hombres: los dos mandamientos que resumen el mensaje evangélico. La misma Virgen Santísima, con su ejemplo nos guía en estos dos caminos”.[1]

Asimismo, el papa Juan Pablo II pone de manifiesto la ejemplaridad de Juan Diego como embajador/evangelizador de la Virgen:

Amado Juan Diego, el águila que habla. Enséñanos el camino que lleva a la Virgen morena del Tepeyac, para que ella nos reciba en lo íntimo del corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios. Amen. [2]

La Virgen de Guadalupe, la morenita del Tepeyac, ha marcado profundamente la fe y la devoción de su pueblo. El de la Iglesia de México y el de toda América Latina. Ella inspira muchas misiones en todo el ámbito latinoamericano. Es signo importante de interculturalidad entre todos los pueblos y un gran signo evangelizador en nuestra Iglesia.

Notas:

[1] 18 de octubre de 1970.

[2] Palabras finales de la homilía de Juan Pablo II. 31-07-2002.

Para saber más:

Colegio de Estudios Guadalupanos. Disponible en https://www.uic.mx/nosotros/colegio-estudios-guadalupanos/

Misioneros de Guadalupe. Disponible en https://www.misionerosdeguadalupe.org/misiones/

Comisión de Reflexión de la Misión Ad gentes. Disponible en https://www.misionerosdeguadalupe.org/misiones/



* Las opiniones vertidas en las notas son responsabilidad de los autores y no reflejan una postura institucional

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