Las fiestas están por llegar y, con ello, la cena navideña. Pavo, romeritos, pasta, ponche, postres, ensalada de manzana… la mesa se llena, los platos también y, sin darnos cuenta, nuestro organismo entra en un estado de máximo esfuerzo para procesar tanta comida en tan poco tiempo.
Si bien el cuerpo no se “asusta”, sí activa mecanismos intensos para digerir, absorber, almacenar y regular la energía que proviene de estos platillos tan característicos.
Entender qué sucede dentro de nosotros después de una cena abundante nos permite disfrutar sin culpa; además de cuidar nuestra salud durante estas fechas. Para lograrlo, necesitamos seguir el recorrido que hace la comida desde que entra por la boca hasta que nos provoca somnolencia posprandial, el famoso “mal del puerco”.
Cena navideña y el cuerpo, el inicio del proceso digestivo
La cena navideña y el cuerpo inician su interacción en el primer paso de la digestión. Todo comienza en la boca, donde la comida se tritura mientras la saliva descompone carbohidratos como pan, pasta o puré.
Después, el estómago actúa por medio de ácidos y enzimas para procesar, sobre todo, las proteínas, como el pavo. Finalmente, el intestino delgado completa el paso más importante: los nutrimentos viajan hacia la sangre para que se les pueda utilizar o almacenar.
Es decir, transformamos lo que comemos en piezas diminutas que el organismo usa como energía o guarda para después. Allí comienza la siguiente fase del proceso: el manejo del azúcar que llega a la sangre.
Cuando el azúcar sube. El papel de la insulina
Gran parte de los platillos navideños son ricos en carbohidratos y azúcares: galletas, refrescos, postres, purés, panes, ponche, entre otros. Cuando dichos azúcares entran al torrente sanguíneo, ocurre lo siguiente:
- La glucosa se eleva con rapidez.
- El páncreas libera insulina, hormona encargada de “abrir la puerta” de las células para que la glucosa entre y se use como energía.
Imagina que la insulina es un guardia que decide cuánta glucosa puede pasar; si es mucha, el sistema se sobrecarga, y eso es lo que pasa después de una cena abundante
¿Qué ocurre cuando comemos demasiado?
Si el cuerpo recibe más energía de la que necesita:
- Lo que no se usa, se almacena.
- La glucosa sobrante se convierte en grasa (triglicéridos).
- La grasa viaja al tejido adiposo, nuestros “almacenes” naturales.
Comer demasiado no es malo; el problema surge cuando este proceso ocurre no sólo en Navidad. Además, mientras ocurre este almacenamiento, el cuerpo envía señales de saciedad, aunque no siempre las escuchamos.
La hormona de la saciedad. La leptina al rescate
La leptina es una hormona producida por las células de grasa. Su función es avisar al cerebro que ya comimos suficiente. Sin embargo, para que funcione, necesitamos comer despacio y con atención. Cuando comemos rápido, por ansiedad o por emoción, la señal llega tarde y terminamos excediéndonos sin notarlo.
La velocidad al comer influye de manera directa en cómo nos sentimos después de una cena copiosa.
La somnolencia posprandial. Cansancio, sueño y fisiología
Después de una cena abundante ocurre algo natural: parte de la sangre se dirige al sistema digestivo para procesar los alimentos. A esto se suma la acción de la insulina, que baja la glucosa después de almacenarla. El resultado es una combinación de somnolencia, pesadez y cansancio. Se trata de tu cuerpo trabajando a marchas forzadas.
Formas prácticas de sentirte mejor en Navidad
No se trata de dejar de disfrutar la comida navideña, sino de comprender cómo cuidarte y apoyar tu organismo:
● Come despacio: permites que la leptina envíe su señal.
● Elige porciones pequeñas: menos carga para la insulina.
● Hidrátate: facilita la digestión y reduce calorías líquidas.
● Muévete después de comer: ayuda a usar parte de la energía consumida.
Estas prácticas no buscan restringirte, sino darte herramientas para disfrutar con bienestar.
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Para saber más
Crouch, M. (2023). 6 cosas que le suceden a tu cuerpo cuando comes demasiado. AARP.
Universidad Nacional Autónoma de México (2017). ¿Por qué nos da el “mal del puerco”? México: Fundación UNAM.
Dornbush, S. y Aeddula, N. (2023). Physiology, leptin. Florida: StatPearls Publishing.
González, E., Aguilar, M., García, C., García, P., Álvarez, J. y Padilla, C. (2010). Leptina: un péptido con potencial terapéutico. Endocrinología y nutrición. Madrid: Elsevier.

