Autor UIC

Escrito por: Hugo Valadez Martínez
Estudiante de la Licenciatura de Relaciones Comerciales Internacionales (directiva)
marzo 4, 2019

En toda la historia, los campos y los mares han sido una fuente de alimento y riqueza a lo largo de la evolución de las especies, los cuales han acompañado al hombre en sus etapas nómada y sedentaria, donde, a través de las actividades agropecuarias y acuícolas, obtenía alimentos sin la necesidad de desplazarse, con lo que se beneficiaron las actividades comerciales, aportando lo que en su lugar de origen producía y se obtenían productos y subproductos que era imposible generar o procesar en sus respectivos lugares de origen.

Con el tiempo, las prácticas productivas del campo han mejorado, lo que ha hecho que ahora se obtengan mayores rendimientos por animal o por hectárea de lo que se produce. En la historia moderna, a partir de la década de 1970, el concepto de seguridad alimentaria ha sido un término que se ha vuelto cada vez más común para los gobiernos, basándose en la producción y disponibilidad alimentaria a escala global y nacional. En los años 80, se añadió la idea del acceso, tanto económico como físico, y, en la década de 1990, se llegó al concepto actual que incorpora la inocuidad y las preferencias culturales, y se reafirma la seguridad alimentaria como un derecho humano.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996, la Seguridad Alimentaria “a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”. Reconociéndosele, en ese momento, como un derecho para todos los ciudadanos del mundo.

La producción de alimentos, su comercialización y el precio de éstos, no tomaron tanta relevancia para los gobiernos sino hasta que se presentó la crisis alimentaria internacional entre los años 2006 al 2008 en que los precios internos de los alimentos aumentaron de manera considerable en la mayoría de los países, con la excepción de algunas grandes naciones que lograron aislarse de los mercados mundiales. Los costos de la comercialización aumentaron también durante el período de la crisis alimentaria mundial, debido a los mayores costos de los combustibles.

Además de la crisis alimentaria mundial, el escenario económico mundial se vio más inestable debido a que en el mismo lapso estalló la crisis financiera desencadenada por el álgido estado hipotecario que se vivía en Estados Unidos de América (EE.UU.); por si lo anterior no fuera poco, se le sumó la crisis energética por los elevados precios del petróleo, que se había agudizado en función de las condiciones geopolíticas: los conflictos en Nigeria, la intervención en Oriente Medio y las crecientes tensiones entre Israel e Irán.

Los precios de los alimentos alcanzaron un repunte en las décadas de 2000 y 2010, siendo superiores a los niveles de décadas anteriores.

Como una experiencia, la autosuficiencia alimentaria ganó mayor atención, donde la volatilidad de los precios de los alimentos y sus repercusiones hicieron que diferentes países hayan puesto énfasis en mejorar sus niveles de autosuficiencia alimentaria.

Una nación se considera segura de alimentos si éstos están disponibles, accesibles, son nutritivos y estables en las otras tres dimensiones. La seguridad alimentaria como concepto no distingue si los alimentos se importan del extranjero o si se cultivan en el país. La seguridad alimentaria se preocupa por garantizar que el país tenga la capacidad de producir alimentos en cantidades suficientes para satisfacer sus necesidades domésticas. Se considera que las personas gozan de “seguridad alimentaria” cuando tienen acceso a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para llevar una vida sana y activa; por lo que no todo país autosuficiente es sinónimo de que no exista pobreza o hambruna en su población.

La autosuficiencia… ¿una estrategia?

Hablando de las naciones, no es de extrañarse su independencia en ámbitos comerciales o energéticos, favoreciendo políticas que ayuden en la producción y desarrollo interno. Algunos gobiernos han priorizado la autosuficiencia como un medio clave para salvaguardar la seguridad nacional.

Ser casi autosuficiente puede reducir la vulnerabilidad a las crisis de los precios mundiales, pero sólo porque ello brinda a los países la posibilidad de imponer controles sobre el comercio internacional sin verse afectados por un incremento considerable de los precios internos. Cuanto más autosuficiente es un país, menor es la repercusión de los precios del mercado mundial en los precios internos ya que en esas condiciones es probable que, ante un aumento de los precios mundiales, las importaciones del sector privado no resulten rentables.

Las restricciones a la importación pueden permitir a un país alcanzar la autosuficiencia, pero es mucho más difícil avanzar hacia la autosuficiencia por medio de la inversión productiva que hace que el sector agrícola sea competitivo en los mercados mundiales. La autosuficiencia lograda mediante restricciones al comercio y no por el aumento de la productividad tiene muchos efectos secundarios negativos.

Autarquía

El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la autarquía como “la política de un Estado que intenta bastarse con sus propios recursos”. Es una situación de independencia y autosuficiencia total en términos políticos y socioeconómicos.

La formación de autarquías económicas siempre ha respondido a la necesidad de llevar a cabo procesos de autoabastecimiento, imposibilitando operaciones de compra y venta al exterior o la existencia de flujos de capital.

Un régimen autárquico es principalmente beneficioso para los agentes productores de la economía del país, que no tienen que enfrentarse a competencia extranjera. En ese sentido, a menudo este tipo de políticas económicas tienen como objetivo la promoción e incentivo de las industrias locales o regionales.

La evolución histórica ha demostrado que la autarquía más extrema es una utopía, ya que en el mundo actual el intercambio entre países por medio del comercio internacional es necesario, en parte debido al considerable aumento demográfico que ha experimentado el planeta.

El comercio de alimento

A escala global y nacional, los efectos del comercio en la seguridad alimentaria dependerán de la capacidad relativa de los países para exportar otros rubros o generar divisas que les permitan importar alimentos. En muchos casos, las políticas gubernamentales imprevisibles son una causa más importante de volatilidad de los precios internos que las fluctuaciones de precios del mercado mundial.

Dos de las instituciones internacionales que apoyan en el campo del comercio y alimentos son la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas sen inglés) y la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Los aranceles de importación constantes aumentarán el precio interno de los alimentos (y los derechos de exportación lo reducirán), pero si el sector privado puede elegir las cantidades que importará con un arancel determinado, lo más probable es que los cambios en los precios mundiales repercutan totalmente en los internos hasta que los mundiales, o el arancel, sean tan elevados como para que no se efectúen más importaciones.

Una estrategia en materia de seguridad alimentaria que se base en una combinación de mayor productividad y apertura general al comercio será más eficaz que una basada principalmente en el cierre de fronteras.

Importancia del comercio de alimentos para la seguridad alimentaria

El comercio internacional es un factor importante de la seguridad alimentaria, su importancia en el consumo y producción global varía entre productos, pero la alimentación, en su conjunto, siempre tendrá una relación importante con el intercambio en el plano mundial. En términos generales, la relevancia del comercio para la seguridad alimentaria depende, entre otros factores, de la composición de la canasta básica de alimentos, las ventajas comparativas que posee el país en la producción de estos productos, el tamaño del mercado doméstico y la política comercial del país.

La relación del comercio de alimentos con la seguridad alimentaria puede separarse en cuatro dimensiones en donde podemos hablar de efectos positivos de la expansión del comercio:

  • Disponibilidad: mayor cantidad de alimentos.
  • Acceso: mayor ingreso a los productores competitivos, mayor fuente de empleo e ingresos, disminución del precio de los alimentos.
  • Uso y aprovechamiento: aumento de la variedad de alimentos disponibles, mayor consumo de diferentes alimentos lo que aumenta la calidad nutricional.
  • Estabilidad: disponibilidad de alimento independientemente de la estacionalidad de los cultivos.

Asimismo, el fomento de las exportaciones genera mayores divisas para los países, aumentando su capacidad para importar alimentos, además de promover la inversión nacional y extranjera y la creación de empleos.

Facilitar el comercio intrarregional, especialmente entre países vecinos, puede ser un instrumento importante para garantizar el suministro de alimentos más estable y fluido frente las turbulencias en los mercados globales.

La reducción de las barreras al comercio y la similitud de hábitos y tradiciones alimentarias son ventajas del comercio intrarregional.

Distorsión del comercio de alimentos

Entendamos como distorsión la deformación de un “algo”; en el sentido del comercio, podemos hablar de distorsión cuando se busca alguna ventaja o beneficio de forma no leal. Estas distorsiones comerciales contribuyen a generar tendencias adversas de las importaciones, así como aumentos repentinos de éstas. Por ejemplo, las subvenciones y las políticas proteccionistas distorsionan el comercio agrícola de varias formas:

  • Reduciendo las importaciones de los países que conceden subvenciones;
  • Disminuyendo las exportaciones de los países que no conceden subvenciones;
  • Provocando la depresión de los precios mundiales y un aumento de su volatilidad;
  • Restringiendo los incentivos a la producción de alimentos en los países importadores que no conceden subvenciones.

A corto plazo, las subvenciones internas y las políticas proteccionistas tienden a reducir la importación de alimentos de las naciones; a largo plazo, las importaciones subvencionadas acaban por minar los incentivos para invertir en la producción de alimentos en los países importadores que no conceden subvenciones. Así que las subvenciones y las políticas proteccionistas no son motivo ni garantía para eliminar la inseguridad alimentaria, únicamente afectan el desarrollo del país y la disponibilidad de alimentos.

Competencia comercial: ¿seguridad alimentaria para la población o combustible para el país?

En ocasiones, algunos alimentos que pueden generar biocombustible entran en competencia con el consumo humano, animal y energético, lo que encarece su precio en el comercio. En los mercados financieros internacionales, los commodities agrícolas se clasifican en los siguientes grupos básicos: energéticos, metales, agrícolas (Soft: cacao, café, azúcar, pimienta,…Granos: maíz, arroz, trigo, avena,… o Fibras: algodón, lana, madera, seda,… o Semillas oleaginosas: judía verde, girasol, soja, colza,…).

Existe un único precio para los commodities en el plano internacional, dependiendo del marco internacional, y puede llegar a ser muy volátil, lo cual puede tener enormes efectos negativos en el sector agrícola, en la seguridad alimentaria y en la economía en general.

La demanda de commodities agrícolas está aumentando, por ello la producción agrícola comienza a quedarse corta y las tierras productivas se conforman como inversiones apetecibles, no sólo para garantizar la seguridad alimentaria de los países ricos con déficit de producción, sino para inversionistas.

Para 2020, se estima que 13% de la producción mundial de cereales secundarios, 15% de la producción de aceites vegetales y 30% de la producción de azúcar de caña se utilice para producir biocombustibles.

Ayuda o asistencia alimentaria internacional y su impacto al comercio

La ayuda alimentaria representa una forma de asistencia para los países en desarrollo y sus orígenes se remontan a la década de 1950, cuando se registraron excedentes estructurales de cereales en los Estados Unidos. Con todo y en forma gradual fueron emergiendo otras formas de ayuda alimentaria, a medida que se debilitaban las presiones de colocación de excedentes y conforme se tornaban mucho más ejecutivos los programas de ayuda alimentaria de los países donantes respecto de las necesidades de las naciones beneficiarias. Incluidas en la iniciativa antes mencionada estaban las transacciones triangulares, mediante las que se adquiere alimentos de una tercera nación en desarrollo y se envían al país beneficiario y las adquisiciones locales, sistema donde el donante compra productos alimentarios básicos en el mismo país beneficiario (por lo general, con el fin de utilizarlos para fines humanitarios o de desarrollo).

Los principios de colocación de excedentes constituyen un código de conducta para los gobiernos respecto de la entrega de ayuda alimentaria, buscando que tengan como resultado un consumo adicional para el país beneficiario y no desplacen las importaciones comerciales normales. De igual manera, buscan evitar que la producción nacional se vea desalentada o afectada.

Los intereses de los países exportadores se encuentran protegidos por el compromiso de que dichas colocaciones deben realizarse sin una interferencia nociva de los patrones normales de la producción y del comercio internacional, por garantías contra la reventa o trasbordo de productos básicos enviados sobre la base de condiciones de concesionalidad y mediante la introducción del concepto de “consumo adicional”, definido como el consumo que no se habría producido de no existir la transacción de carácter concesionario.Sin embargo, la ayuda alimentaria es una transferencia de recursos a determinados países o sectores en forma de alimentos, bien donados o bien vendidos con al menos 25% de concesionalidad (esto es, de subsidio), así como en forma de donaciones monetarias o créditos (con un plazo de reembolso de tres años o más) ‘ligados’ a compras alimentarias” (Shaw y Clay, 1993:1).

No toda la ayuda alimentaria consiste en donaciones gratuitas, sino que parte de ella consta de una venta en condiciones más favorables que las del mercado. El criterio habitualmente empleado de que la ayuda alimentaria en forma de ventas debe tener una concesionalidad mínima de 25% se basa en la definición dada por el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

La ayuda alimentaria es una de las formas de ayuda internacional que ha suscitado más polémicas y críticas, algunas comunes al resto de la cooperación y otras específicas. Entre las principales destacan las siguientes:

  • Instrumentalización como herramienta de política exterior. Donantes como Canadá y Australia apenas han utilizado la ayuda alimentaria con fines políticos, aunque sí comerciales. Por el contrario, EE.UU. la ha usado desde sus orígenes como un instrumento de presión política, económica y militar con diversos fines. Este uso con fines geopolíticos es uno de los factores que más distorsionan la ayuda y la alejan del objetivo de la seguridad alimentaria y el desarrollo, haciendo que países altamente necesitados sean receptores modestos mientras que otros con una situación menos acuciante se vean más beneficiados.
  • Expansión de los mercados de exportación agrícola. El principal motivo del origen y expansión de la ayuda alimentaria fue la necesidad de librarse de los excedentes agrícolas por su alto coste de almacenamiento, y de abrir nuevos mercados a las exportaciones con objeto de mantener la renta de los agricultores en los países desarrollados.

Los intereses comerciales han disminuido con el tiempo, gracias a la incorporación de nuevos criterios para usarla tanto en favor del desarrollo como de la disminución de los excedentes agrícolas.

El uso de la ayuda alimentaria con objetivos comerciales ha implicado la creación de una demanda que posteriormente viene satisfaciéndose con importaciones comerciales. Esto ha contribuido a que países pobres que fueron grandes receptores en el pasado hayan visto aumentar su dependencia respecto a las compras comerciales en el exterior, sobre todo de trigo norteamericano. “EE.UU., en particular, utilizaron las donaciones y ventas concesionales a bajos precios para implantar un dumping con el que consiguieron, tras la II Guerra Mundial, adueñarse de los mercados del tercer mundo y desplazar de ellos a exportadores como Canadá, Argentina y Australia” (Friedmann, 1990: 14-15).

  • Reducción de los precios y desincentivación de la producción. La ayuda alimentaria, en la medida en que incrementa el suministro de alimentos en el mercado o en que permita a las familias tener que comprar menos, tiende a provocar una disminución de su precio, lo cual, a su vez, puede desalentar su producción por parte de los campesinos locales ya que sus beneficios serán menores. Tal desincentivo es más factible en los lugares remotos y relativamente aislados con respecto a los mercados regionales o nacionales, pues el aislamiento comercial y las dificultades para exportar hacen que un aumento del abastecimiento se traduzca de inmediato en una disminución de los precios.

La ayuda por programas (la que se entrega a granel para su venta en los mercados) es la que presenta mayor riesgo, en el caso de que sea adicional a las importaciones comerciales. Sin embargo, la mayor parte de la ayuda sustituye a tales importaciones, en cuyo caso no representa un suministro adicional ni genera desincentivos.

  • Dependencia y desincentivos políticos por parte de los gobiernos receptores. Los gobiernos receptores pueden experimentar cierta dependencia hacia la ayuda, sobre todo cuando ésta representa una porción grande de sus ingresos o cuando están llevando a cabo políticas de comida barata y subsidiada que son incapaces de mantener por sí mismos, pero que no pueden eliminar sin peligro de alteraciones sociales (casos de Botswana y Lesotho en la década de 1980).
  • Ineficiencia económica y carestía de transporte y gestión. “La ayuda alimentaria no es un producto barato. Los costes de manipulación, transporte, almacenamiento y administración suelen absorber entre el 30-50% del valor de los fondos asignados a la ayuda alimentaria” (Peppiatt y Mitchell, 1997:16), razón por la que ésta suele presentar una baja relación coste-eficacia. Esto significa que los costes totales para el donante suelen ser más altos que el ahorro que obtiene el receptor; es decir, que el coste que le hubiera supuesto comprar esos suministros en el mercado internacional.

Autosuficiencia alimentaria en México

México es uno de los principales productores agrícolas del mundo. De acuerdo con el INEGI, el PIB del sector primario de México tuvo un valor de 2.25 billones de pesos en 2016 y un crecimiento a tasa anual de 5.5 por ciento. Datos del Banco de México indican que las exportaciones agrícolas en 2016 sumaron 12 mil 901 millones de dólares mientras que las importaciones fueron de 10 mil 858 millones de dólares, para una balanza superavitaria de más de dos mil millones de dólares.

En el primer semestre de 2006, finalizó un periodo de seis años de estabilidad en los precios de los alimentos en México, apenas interrumpido por las alzas, relativamente moderadas, de fines de 2004. En el segundo semestre de 2006, se presentaron las primeras alzas sensibles en los precios de los alimentos, y a partir de septiembre, las alzas se intensificaron, para culminar con la elevación del precio de la tortilla en enero de 2007.

Al cierre de marzo de 2008, el valor de la canasta básica en México registró un incremento de 62% con relación a los 7 mil 961 millones de dólares pagados en 2005. Como causa relevante de lo anterior, podría considerarse que “en los primeros seis años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México incrementó casi 125% sus importaciones de granos, oleaginosas y otro tipo de alimentos provenientes de Estados Unidos; en ese periodo, el país pasó a ocupar el tercer lugar como importador de granos y oleaginosas de Estados Unidos y que, según registros, a partir de 2000 la situación empeoró.

“A pesar de los esfuerzos realizados en México para asegurar el acceso a la alimentación de sus habitantes, alrededor de 22 millones de personas se encuentran en condiciones de pobreza alimentaria” (Coneval, 2012). Lo anterior se agudizó durante los últimos seis años, periodo durante el cual, el país tuvo un desempeño económico desastroso, que entre otras cosas, incluyó crecimiento negativo del Producto Interno Bruto (PIB) de 6.9% en 2009, una significativa reducción de la Inversión Extranjera Directa a niveles cercanos a los de 1994, déficit en la generación de empleos de alrededor de setecientas mil plazas anuales, asociado con incremento en los impuestos como el Impuesto al Valor Impuesto al Valor Agregado (IVA) que subió en un punto para quedar en 16%, así como el incremento en diversos productos alimentarios que componen la canasta básica lo cual debilitó el poder adquisitivo del salario mínimo.

La canasta básica es un conjunto de bienes y servicios indispensables para que una familia satisfaga sus necesidades básicas de consumo a partir de su ingreso. Para determinar el contenido final, se tienen en cuenta familias promedio, ingresos y encuestas. La Encuesta Ingreso-Gasto de los Hogares (ENIGH) emitida por el INEGI proporciona los gastos asociados de los hogares en 580 bienes y servicios. Con base en esto, el Banco de México seleccionaba ciertos productos y servicios y los integraba en una canasta básica, al final calcula el peso de cada uno en la construcción del INPC, esta acción recibe el nombre de ponderación.

El actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, presentó 17 productos nuevos de la canasta básica. Con ello, las zonas más marginadas y pobres del país podrán acceder, a través de las tiendas de Diconsa y Liconsa, a 40 productos básicos que contribuirán a una buena alimentación.

Como parte de la política de Estado del nuevo gobierno de México, el pasado 18 de enero de 2019, el actual presidente, mediante el Diario Oficial de la Federación, dio a conocer el “DECRETO por el que se crea el organismo Seguridad Alimentaria Mexicana” quedando como el organismo descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propios, denominado Seguridad Alimentaria Mexicana, agrupado en el sector coordinado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, cuyo objeto es favorecer la productividad agroalimentaria y su distribución en beneficio de la población más rezagada del país, mediante las acciones siguientes:

  • Coordinar la adquisición de productos agroalimentarios a precios de garantía, en favor de los productores y regiones nacionales;
  • Coordinar la importación de productos agroalimentarios, en aquellos casos en los que no se cuente con abasto de los mismos para su distribución;
  • Promover la producción, acopio, abasto, distribución, suministro, industrialización y comercialización de alimentos básicos, y de leche y sus derivados, y
  • Propiciar la venta, distribución o, en su caso, importación de fertilizantes y semillas mejoradas y cualquier otro producto que pudiera contribuir a lo señalado en el primer párrafo del presente artículo.

Conclusiones

La producción y la venta de alimentos (al igual que cualquier otra empresa) debe verse como un todo, porque si no hay producción, no hay productos para vender y si no hay quien los venda o donde acomodar ese producto, no me sirve de nada producir porque no podré obtener un beneficio económico.

Algo que en lo particular me asombró fue el hecho de que la ayuda alimentaria internacional también puede corromperse con fines comerciales, ¿son las ganancias derivadas del comercio un incentivo para corromper hasta una ayuda humanitaria?

En conclusión, considero que buscar la seguridad alimentaria, lograda por un sector competitivo, no debe de dejarse de lado, debe ser una lucha constante de cualquier país, para disminuir su vulnerabilidad a factores económicos externos, pero no a costa del cierre de comercio con otros países, sino que deben aprovecharse las cualidades benéficas de ambos lados: de uno, una buena producción para ofrecer un mejor precio a la población y del otro, aprovechar la ventaja que ofrece el comercio de tener productor variados, disminuyendo la disponibilidad de éstos a la disponibilidad o estacionalidad de los alimentos en mi región, abriendo el comercio con múltiples naciones que me puedan ofrecer diferentes insumos y a la vez implementando políticas que hagan competitivo al campo mexicano para también crear desarrollo y fuentes de empleo en el país.

Por la cantidad de personas en el mundo y por país, es imposible pensar que una sola nación pueda ofrecerle amplia variedad de alimentos y en suficiente cantidad a su población, sólo con lo que produce internamente. Si bien no debemos perder nuestra identidad como nación, hoy en día es imposible pensar en que se le puede ofrecer una mejor calidad de vida a la sociedad sin el contacto con el mundo: alimento, ciencia, tecnología, salud, educación…

Actualmente, en México, vivimos una política de Estado asistencialista donde la idea es dar el dinero directamente a quien lo requiere para mejorar, pero en general, como se dijo en uno de los debates de la Comisión de Seguridad Alimentaria, a lo largo de los diferentes sexenios se han destinado muchos millones de pesos al campo y la mejora ha sido muy poca en realidad, ¿qué es lo que está fallando en nuestro México para que el campo sea competitivo?, hoy en día ya no podemos adjudicarle esos resultados a un solo partido político gobernante ya que ha habido transición política entre diversas formas de gobierno y hoy rige una nueva; ¿será la corrupción de las instituciones, la mentalidad y falta de visión empresarial de nuestros productores, políticas erróneas, falta de apoyo a profesionistas del campo y fuga del país de los mismos?

 Fotografías: dineroenimagen.com, almomento.mx, agricultures.com, formato7.com

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