Humanidades
Autor UIC

Escrito por: Jesús Ayaquica Martínez
Maestro en Psicoterapia Psicoanalítica
noviembre 2, 2018

La muerte es el acontecimiento más doloroso e inexplicable para el ser humano. Dejar de existir, al menos en esta envoltura finita, ha sido motivo universal de reflexión en todas las épocas.

Filósofos, sociólogos, religiosos y científicos han consagrado sus esfuerzos a la inacabable tarea de explicarla y buscarle un sentido.

En México, además, la muerte es festejada. Las celebraciones católicas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos se integraron con la conmemoración del Día de Muertos. Festividad practicada desde tiempos prehispánicos y que hoy es uno de nuestros sellos culturales distintivos a nivel internacional.

Las cicatrices de la vida

Una persona que ha sufrido la pérdida de algunos seres queridos acumula cicatrices dolorosas; es parte inevitable de la vida. Por eso, la muerte, tarde o temprano, nos pone frente a una decisión. Tal vez la decisión psíquica más importante de todas: si andaremos el resto del camino sintiéndonos desdichados o no.

Nuestro Día de Muertos es, ante todo, una celebración a la memoria. Es un acto solidario en el que privilegiamos el recuerdo sobre el olvido. En este día, la imaginación popular logra que podamos reunirnos una vez más con los que se han ido. Con altares, ofrendas y flores, los esperamos de regreso a casa.

Esta fiesta es una muestra de nuestro compromiso de que no permitiremos que su rostro se borre de nuestra mente.

¿Pero vale la pena acordarse de la gente amada si con eso vuelve también el dolor de su partida?

Una oportunidad para sanar

El 2 de noviembre, los mexicanos conmemoramos la muerte. En este día, recordamos que el viaje por la vida de muchas personas se interrumpió inesperadamente. Ocurrió algo que cambió para siempre su destino y el de muchos otros. Recordamos que algunas esperanzas se truncaron y que los sueños a veces no se logran.

Pero también es una oportunidad para sanar. Esta fiesta representa un bálsamo amoroso para nuestro propio sufrimiento, al darle la oportunidad de que se vaya.

Es una ocasión propicia para despedirnos de nuestros difuntos y que puedan descansar. Y, para nosotros, es la manera de aligerar nuestro camino. Hoy nos recordamos que es conveniente el adiós para no cargar con nuestros difuntos dondequiera que vayamos.

Los recordamos con amor y los dejamos partir para poder continuar nuestro camino.

Una ocasión para la solidaridad

Vivimos en un México herido, respiramos una atmósfera social donde la solidaridad con los vivos es casi ausente. Por ello, resulta esencial rescatar lo particularmente nacional en esta celebración del Día de Muertos.

Nuestra preocupación sincera por nuestros semejantes, incluso después de muertos, es nuestra más genuina vivencia de un sentimiento religioso. Es decir, de unidad, de vínculo, en un panorama marcado por la incredulidad y el desentendimiento.

El Día de Muertos es nuestra manera propia de aligerar nuestro equipaje y reunir fuerzas. Es la forma en que mostramos nuestro compromiso con la construcción de un México más justo, más unido y humano.

Para saber más

Licenciatura en Psicología, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-de-la-salud/psicologia/

Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/posgrados/salud-calidad-vida/maestria-en-psicoterapia-psicoanalitica/

Doctorado en Psicoanálisis, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/posgrados/salud-calidad-vida/doctorado-en-psicoanalisis/

Jesús Ayaquica Martínez, “Solamente la mano de Dios…”, Blog de la Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/solamente-la-mano-de-dios/

Jesús Ayaquica Martínez, “Consejos medievales para aliviar las penas”, Blog de la Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/consejos-medievales-aliviar-las-penas/



* Las opiniones vertidas en las notas son responsabilidad de los autores y no reflejan una postura institucional

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