Ciencias Sociales Educación Continua

Escrito por: Miguel Ángel Díaz Méndez
Docente de la Licenciatura en Arquitectura
octubre 1, 2021

Un lenguaje arquitectónico

A lo largo de la historia de México hemos visto que se denota una crisis de lenguaje arquitectónico ante la influencia de corrientes extranjeras. Haciendo una semblanza histórica del origen de la arquitectura mexicana nos remontamos hasta la época prehispánica. Es aquí, donde podríamos decir que se encuentra la raíz, la esencia de nuestra arquitectura.

Arquitectura prehispánica

Tenemos estructuras del mundo prehispánico muy consolidadas y que dejan ver lo maravilloso que fueron nuestras culturas. Podemos resaltar grandes centros ceremoniales a lo largo y ancho del territorio nacional, por ejemplo: Monte Albán, Teotihuacán, Tenochtitlan, la zona Maya, etcétera. La técnica constructiva de los basamentos piramidales de algunos edificios nos permite ver el mundo urbano prehispánico en su máximo esplendor.

La ciudad de Teotihuacán es considerada como uno de los centros ceremoniales más importantes del país. Su aportación constructiva permite ver dos elementos esenciales de sus basamentos piramidales: el tablero y el talud. Su sentido de orientación respecto a la salida y puesta del sol permitieron hacer una traza urbana completa de una ciudad que llegó a ser hasta para más de cien mil habitantes. La belleza de la pirámide de Quetzalcóatl con su ornamentación nos habla de un sentido estético en la arquitectura que se desarrolló.

No dejemos de lado Mitla, donde vemos el proceso de transculturación que existió entre los pobladores del México antiguo con la arquitectura religiosa que se hizo durante el periodo de la conquista. Mitla resalta por la gran decoración que existe en sus pirámides con la conformación de muros en grecas y que le dan una identidad a nuestra arquitectura desde un punto de vista iconográfico en la expresión de diseño.

La construcción desde la época prehispánica en la arquitectura mexicana, deja entre ver una postura por la preocupación de utilizar el medio ambiente para realizar espacios confortables, cubrir necesidades de hábitat y adaptarse con materiales de la región. 

Arquitectura colonial

En la época de la conquista, en un principio la arquitectura religiosa fue la que tuvo mayor auge. De alguna forma, era entendible pensando que nuestros antepasados eran considerados como salvajes y politeístas.

Las órdenes religiosas que llegaron al México colonial fueron tres: los franciscanos en 1524, los dominicos en 1526 y los agustinos en 1533.[1] Dichas órdenes lograron la edificación de fascinantes construcciones religiosas.

La arquitectura prehispánica con la utilización del patio en el interior de las viviendas se volvió fundamental y alrededor de éste los espacios habitables. El orden urbano que tenían muchas de las ciudades conocidas como barrios, conformaron una sociedad arraigada a su lugar de origen, fortaleciendo una identidad habitable.

La mezcla racial de la población en la ciudad de México, como fenómeno irreversible producido durante la colonia, llevaba consigo una transformación radical de la realidad socio-cultural de todo el territorio novohispano. Si bien en la ciudad capital el mestizaje era más visible que en el resto de las poblaciones, la aculturación hispánica de las indias se imponía adquiriendo su verdadera dimensión.[2]

Influencias en la arquitectura religiosa mexicana

El mestizaje fue un hecho inevitable en la historia de México y con ello, un lenguaje arquitectónico influenciado de varias mezclas. La relación entre las diferentes razas permite darle otro sentido a la vida citadina en la ciudad de México.  A lo largo del crecimiento urbano de la ciudad y de tener un sistema constructivo a base de chinampas, se fue transformando y consolidando a una arquitectura religiosa. Como uno de sus orígenes en sentido de estilo arquitectónico, resalta la escuela clásica herreriana, influencia del gótico a principios del siglo XVII.

También se fortaleció la arquitectura religiosa de origen clásico (entendiendo clásico a la aportación de la arquitectura grecorromana), donde resaltaban elementos como frontones, los órdenes en los capiteles, bóvedas de cañón corrido o bóveda de crucería. El renacer de la arquitectura clásica también se vio reflejada en la arquitectura de la época colonial que por más de 200 años fue la que transformó el espacio urbano existente en México. Posterior al movimiento de independencia, se siguieron usando como referente los movimientos que se hacían en Europa como un síntoma de modernidad en nuestra arquitectura.

El lenguaje arquitectónico del Porfiriato

Lo que conocemos actualmente como la época del Porfiriato, es quizás uno de los periodos más importantes después de la Independencia de México. El crecimiento de la mancha urbana en la ciudad de México y en otras ciudades del país, hacía urgente la necesidad de generar infraestructura para mejorar condiciones de higiene y, al mismo tiempo, abastecer viviendas. Una de las principales acciones que permitieron el crecimiento de esta ciudad fue que al clero se le expropiaron grandes extensiones de terreno, lo que permitió que el negocio inmobiliario creciera. Se consolidaron colonias que acentúan parte de la traza de la ciudad. Para la gente adinerada se tuvo colonias como la Condesa, la Roma, Polanco y para la clase media surgieron colonias como Peralvillo, Santa María la Ribera, etcétera. 

El proceso de una nueva urbanización en el porfiriato permitió que la ciudad creciera, hasta cierto punto, de forma ordenada y moderna. La aportación de un estilo ecléctico afrancesado fue un hecho trascendental en nuestra arquitectura. Avenidas como el Paseo de la Reforma representan un proceso moderno ante los retos del crecimiento urbano de la ciudad.

A finales del porfiriato, una de las corrientes estilísticas que se desarrollaban en Europa fue el art nouveau. La transformación de procesos constructivos con la llegada del acero y el concreto armado revolucionaron la arquitectura. La obra ingenieril tiene mucho peso con la creación de vías férreas y puentes. Los sistemas de comunicación crecieron y permitieron un mejor intercambio interno comercial en el país.

La revaloración de las bellas artes y del mundo antiguo tiende a la preocupación por el rescate histórico del origen de México. Por ejemplo, los trabajos de exploración en Teotihuacán y la recuperación de los centros ceremoniales en el porfiriato.  Esto incluso se ve reflejado en las exposiciones universales que se hacen en Europa.

Arquitectura vernácula

Actualmente, se conserva la idea de la arquitectura vernácula que ha existido desde la época prehispánica. Se sigue valorando la identidad barrial, como en el caso de la actual alcaldía Azcapotzalco. Ahí, varias colonias continúan con su traza irregular y con el nombre original, pero también se vive el proceso de transculturación, como en la colonia San Martín Xochinahuac. Parte de un sistema complejo que tuvo este proceso entre las dos culturas, fue aminorado por el hecho de que los españoles usaban el nombre de un santo cristiano para nombrar al centro del barrio. Esto permitió seguirle dándole al “indígena” su sentido de pertenencia; su identidad.

Como hemos visualizado, siempre ha existido una identidad arquitectónica en México. Se entiende que desde la época prehispánica se había conformado un lenguaje arquitectónico claro por regiones a lo largo del territorio que conformó el mundo prehispánico. Esto dio origen a una arquitectura vernácula sin precedentes en el mundo. El hecho de haber sido conquistados por otra cultura y de otra parte del mundo, trajo consigo un cambio en la visión y en la estética de la arquitectura. Se retoma el pensamiento clásico a lo largo y ancho del territorio mexicano que, de alguna forma, por más de 400 años le dio sentido a un lenguaje arquitectónico del México Colonial, el México Independiente y el México del Porfiriato.

Globalización de la arquitectura

Es inevitable que el mundo en general se transforme desde la Revolución Industrial, ya que se busca modernizarse. Los sistemas constructivos han desarrollado maquinaria y materiales nuevos que permiten aligerar edificaciones y hacerlas más altas. Esto ha cambiado la arquitectura de las corrientes que van de finales del siglo XIX a principios del siglo XX.

De alguna manera, podemos empezar a hablar de una globalización de la arquitectura, a pesar de que en México se inició el movimiento revolucionario que iba en contra de los cambios impuestos durante el porfiriato. Se hizo una búsqueda de valoración de la vida social y cultural del país retomando preceptos de la época colonial.

José Vasconcelos fue uno de los encargados de hacer una búsqueda de identidad en la educación y en la arquitectura en México. Es así como surgió el movimiento neocolonial de la mano del art decó.

La producción arquitectónica con este estilo tuvo poca vigencia al término del movimiento revolucionario. Más bien, la revolución se dio en la búsqueda de una nueva forma de hacer arquitectura. Se tomaron preceptos del funcionalismo internacional y se trajeron a México (esta corriente tuvo éxito en las esferas políticas del país, ante la necesidad de cubrir las demandas de servicios y vivienda). El funcionalismo en nuestro país transformó la estética de la arquitectura y trató de hacerla más racional. Esto llegó a tal magnitud que se desarrollaron posteriormente grandes conjuntos habitacionales que cambiaron por completo la estructura urbana de la ciudad de México. Villagrán García fue, sin lugar a duda, uno de los máximos exponentes de esta corriente. En el occidente de México surgió en contraposición la arquitectura con una carga regionalista, impulsada por los fundadores de la Escuela Tapatía, Ignacio Díaz Morales.

Un nuevo lenguaje arquitectónico

Al devenir una visión diferente, en los treinta se hizo la búsqueda de un nuevo lenguaje arquitectónico. Se valoraron las necesidades sociales y económicas del país para enfrentar un nuevo reto y surgió la arquitectura urbano–paisajística.

En cada cambio importante que ha tenido el país, se ha buscado una identidad en nuestra arquitectura con la adaptación al mundo que nos rodea. Es inevitable no ser parte de esta modernización. No podemos quedar rezagados, porque entonces no existiría la posibilidad de crecer. Pero habría que preguntarnos hasta qué punto debemos romper por completo con nuestra historia.


Para saber más

[1] De Anda, E. (2007). Historia de la arquitectura mexicana. Barcelona: Gustavo Gili, 77.

[2] López, Morales, F. J. (1993). Arquitectura vernácula en México. México: Trillas, 47.

Licenciatura en Arquitectura, Diplomado en Certificación de edificios sustentables, Universidad Intercontinental.



* Las opiniones vertidas en las notas son responsabilidad de los autores y no reflejan una postura institucional

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